¿Qué es la Seca y el decaimiento forestal?

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El deterioro de las formaciones forestales ocurrido en las pasadas cuatro décadas en numerosas zonas de Europa ha sido asociado, de forma general, a la contaminación o a la acción de factores bióticos. Estos primeros síntomas se detectaron en Alemania al inicio de la década de los 70 sobre abetos y, rápidamente, se generalizaron a picea y pino silvestre, y finalmente a frondosas.

El estudio en profundidad de estas situaciones permitió relacionarlas con agentes nocivos individuales (especialmente enfermedades o agentes ambientales) o bien con la confluencia de varios factores (decaimiento forestal). La sintomatología mostrada por el arbolado se caracteriza por ser muy inespecífica, haciendo necesaria una identificación de los agentes participantes a fin de poder discriminar los diferentes escenarios.

En la Península Ibérica comenzaron a aparecer defoliaciones y decoloraciones de especies leñosas, a veces acompañadas de tasas de mortalidad elevadas, a principios de la década de los 80. En el sudeste peninsular son numerosas las especies que, al ubicarse en el límite inferior latitudinal de su distribución (Pinus uncinata Ram., Juniperus thurifera L., Quercus pyrenaica Willd., Quercus faginea Lam., Abies pinsapo Boiss, etc.), son las más sensibles a cambios climáticos hacia una mayor aridez.

En Andalucía, al igual que en el resto de España, comenzaron a aparecer defoliaciones y decoloraciones en diferentes especies leñosas, que muchas veces ocasionaban la muerte del ejemplar. La generalización de estos daños, el patrón irregular de distribución de los mismos y la sintomatología tan inespecífica que mostraban no permitió relacionar toda esta situación con un único agente responsable. El término Seca aparece en este contexto, englobando la multiplicidad de situaciones existentes pero que provocaban un comportamiento similar del arbolado.

El término “decaimiento forestal” se refiere a la pérdida de vigor del arbolado, en ocasiones con defoliación e incluso la muerte en los casos más graves. No se trata de la muerte de individuos aislados, los árboles como todos los seres vivos están sujetos a los ciclos vitales y consecuentemente también mueren, el decaimiento es un proceso que afecta a una pluralidad de ejemplares arbóreos de una zona concreta.

Una de las dificultades que muestran este tipo de situaciones es la distinción de los verdaderos decaimientos frente a los episodios normales a los que se enfrenta una masa forestal, es decir, a las consecuencias de fenómenos de sequías, plagas y enfermedades que no supongan un grave de equilibrio.

El decaimiento se puede manifestar masivamente, sobre todo un rodal o de forma dispersa sobre determinados ejemplares, dependiendo del  árbol, y de la especie sobre la que actúe.

El decaimiento se caracteriza por una serie de factores:

  • Los agentes actúan de forma inespecífica: El mismo agente en diferentes condiciones provoca síntomas distintos y distintos agentes causan síntomas similares en diferentes condiciones. Esto dificulta la identificación de los agentes nocivos participantes así como la valoración de la contribución de cada uno de ellos al estado del arbolado.
  • Su actividad puede desarrollarse de forma individual o conjunta, pudiendo finalizar en cualquier caso con la muerte del árbol. Esto implica que no se deben centrar los esfuerzos en el agente identificado como responsable último de la muerte del árbol ya que, posiblemente, éste únicamente actúa como oportunista ante una situación de extrema debilidad difícilmente reversible. Son mucho más recomendables las actuaciones que favorezcan el vigor del arbolado, dándole así más opciones para superar los efectos de dichos agentes nocivos.
  • La incidencia de los daños por decaimiento se relaciona de forma directa con episodios de estrés ambiental. Estos factores, aunque pueden ser percibidos como de baja intensidad en el día a día, tienen una influencia muy prolongada sobre el ecosistema, lo que se traduce en una pérdida de idoneidad de la zona para la permanencia de la masa arbolada.
  • El cambio de las condiciones climáticas que estamos viviendo se está convirtiendo en un desencadenante de primer orden en los procesos de decaimiento forestal. En nuestro caos, la ocurrencia de periodos cada vez más prolongados con unas temperaturas superiores a las que hasta hace unas décadas eran usuales y la mayor irregularidad en las lluvias están provocando un mayor desequilibrio en el régimen hídrico: las plantas evapotranspiran más y las reservas de agua en el suelo han disminuido. Como consecuencia, se produce un debilitamiento acusando de la vegetación.

¿Qué provoca el decaimiento?

La modificación de las condiciones climáticas está teniendo un papel decisivo en los procesos de debilitamiento del arbolado y, por lo tanto, se está dando lugar a una mayor susceptibilidad al ataque de insectos y otras enfermedades. Las propias circunstancias metereológicas pueden provocar explosiones demográficas de las plagas o de los vectores que las transmiten, y esas enfermedades agravan el debilitamiento del árbol, pudiendo provocar la muerte o la entrada de patógenos secundarios que terminen de debilitarlo por completo.

Si el decaimiento no está en un grado irreversible, un cambio en las condiciones meteorológicas puede revertir la situación. En otras ocasiones, un retorno a unas condiciones más favorables sólo impide que el decaimiento avance hacia otras zonas (o al menos se ralentice), pero no evita que la masa afectada se termine de colapsar.

Diagrama del proceso de identificación de la situación

Diagrama del proceso de identificación de la situación

En el caso de Andalucía, en donde se están produciendo en los últimos años severos fenómenos de decaimiento en frondosas y coníferas, no es lo mismo el decaimiento que conocemos como la Seca de la encina y del alcornoque, que el decaimiento producido en los pinares.

La Seca es un término coloquial ampliamente aceptado que representa cualquier situación de afectación y deterioro en que se encuentre el arbolado, sin determinar los agentes responsables del mismo. Su uso, especialmente tras un diagnóstico que permita conocer los agentes nocivos implicados, será inadecuado. Una vez identificados los responsables del daño sobre el arbolado no se debe usar el término Seca, debiendo emplear el correspondiente a la enfermedad, plaga, etc. determinada.

En aquellos casos donde se establezca que la situación cuenta con la participación de un factor ambiental de largo recorrido, junto con otros agentes (bióticos o abióticos), de forma simultánea o no, habrá de emplearse el término decaimiento forestal.

El decaimiento forestal por tanto, es el resultado de la acción de un número variable de factores que causan un deterioro gradual de los árboles afectados hasta su muerte. Es una situación causada por diferentes agentes que actúan de forma conjunta o individual cuya consecuencia puede ser la muerte del árbol.

Estos agentes participantes pueden ser bióticos (enfermedades y plagas principalmente), abióticos (variaciones en los patrones de las temperaturas y precipitaciones, características del suelo, etc.) y la acción del ser humano.