En Almería encontramos un parque natural repleto de contrates y peculiaridades que lo han convertido en uno de los espacios españoles poseedor de más figuras de protección, tanto por sus características culturales como por su diversidad medioambiental. Nos referimos al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, un ecosistema mediterráneo único que no les dejará indiferentes.

Sobradas razones, como su riqueza geológica, ecológica, histórica, antropológica y paisajística, motivaron que el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar fuese declarado en 1987 el primer parque marítimo-terrestre de Andalucía; una denominación con la que se contribuyó a la conservación de los ecosistemas y valores paisajísticos de este enclave situado en el extremo sureste de la provincia almeriense, abrazado por el mar Me​diterráneo, y del que forman parte los municipios de Níjar, Carboneras y Almería.

Su posición geográfica, origen geológico volcánico y condiciones climáticas subdesérticas determinan una flora y fauna bien adaptada al espacio natural más árido de toda Europa. En este ejemplo de estepa mediterránea conviven más de un millar de especies exclusivas y de características propias. 

En estas duras condiciones podemos observar poblaciones de palmito y cornical, esparto, romero y azufaifos que tapizan las llanuras y que, llegada la primavera, se tiñen de color gracias a las margaritas de mar, que cubren de amarillo los acantilados marinos. Una riqueza que también es digna de admirar en las profundidades de sus ecosistemas marinos. Algas, falsos corales e inmensos bosques de Posidonia oceanica son el hábitat perfecto de cangrejos, pulpos y gran variedad de peces, destacando entre todos ellos la nacra, el bivalvo protegido más grande del Mediterráneo.

En la fauna del parque destacan más de 80 especies de aves. Entre ellas, las aves limícolas son habituales en las salinas de Cabo de Gata, donde avocetas, cigüeñuelas o chorlitejos conviven con gaviotas, ánades y poblaciones de flamencos. Mientras que la estepa almeriense es preferida por alcaravanes, cogujadas, terreras y alondras de Dupont. Y las zonas más altas de la sierra son el hogar de rapaces y pequeños mamíferos.

En este enclave de armonía entre el medio marino, el litoral y el terrestre se disfruta de las vistas en abruptos acantilados, playas fósiles, y paisajes de gran belleza, salpicados de cortijos abandonados, norias, algibes y molinos, reconocidos como Bien de Interés Cultural. Además, el visitante podrá recorrer el geoparque a través de sus georrutas, rutas astronómicas o bajo el mar; participar en actividades sobre geología, patrimonio arqueológico e histórico minero; sin olvidar las actividades artesanales que perviven en estas poblaciones y que sirven al turismo para recordar su paso por este espacio natural.