Página 24-25 - Huelva Nuevo

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El emperador Calígula,
siglo I, efigie encontrada
en las minas de Tharsis.
Museo de Huelva.
Torso en mármol de
Mercurio, divinidad
romana del comercio,
siglo II.
Museo de Huelva
Cabeza de terracota, siglos
IV-II a. C.
Museo de Huelva.
Rueda
hidráulica
de época
romana
descubierta
en las minas
de Riotinto.
Onuba æstuaria
El sobrenombre de “estuaria” con que se conoce Onuba en época romana es un claro reflejo de su
condición territorial. La ancha ensenada de antaño se cierra cada vez más hacia el océano, mientras
los depósitos que aportan los ríos hacen disminuir su profundidad. Aunque predominan las aguas
libres, la extensión de los esteros y terrenos de marisma es ya muy apreciable, de modo que la
antigua bahía pasa a denominarse «laguna Erebea» o
Pallus Erebea
, por sus ambientes palustres.
A comienzos de nuestra Era Onuba æstuaria está integrada en el firme y seguro engranaje del
Imperio y se cuenta entre las «ciudades poderosas», en palabras del geógrafo Estrabón, fundadas a
orillas de los ríos y esteros del occidente de la Bética. La intensificación del comercio por las rutas
del
Mare Nostrum
y el océano exterior, el aumento de la producción y exportaciones de la Cuenca Minera, la expansión
de la agricultura y actividades como la pesca y salazones, salinas, metalurgia y alfarería sustentan su desarrollo. Con rango
tal vez de colonia o municipio, la ciudad se consolida como entidad urbana, quizás delimitada por una muralla, con
templos, instalaciones industriales, y un acueducto para el abastecimiento, una compleja obra hidráulica en la que se
apoyaría el suministro de la población durante siglos.
La colonización del entorno de la Ría se acentúa por la extensión de los cultivos y el desmonte, el crecimiento y
multiplicación de núcleos habitados (aldeas, poblados, villas), establecimientos productivos como talleres, factorías y
salinas, y otros asentamientos, así como por las obras públicas de calzadas y puentes.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
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El incremento de la actividad pesquera
se acompaña del uso de artes como la
almadraba para la pesca del atún, cuyas
redes forman “una especie de ciudad
entre las olas”.
Las factorías de salazón exigen un elevado
consumo de agua y de sal, que se extrae de
las salinas de evaporación instaladas en las
cercanías de Onuba.
Junto a la presencia de la ganadería y las
actividades recolectoras, el espacio agrícola
gana terreno en las vegas y campiñas de la
Tierra Llana, bajo el predominio de la tríada
mediterránea: los cereales, la vid y el olivo.
Saltés prolonga su carácter de fondeadero
y enclave sagrado. En uno de sus islotes se
instala una factoría de salazón, en las que
se hacían preparados como el garum, muy
apreciado por los romanos.
Una red de calzadas conecta Onuba
con los territorios mineros del norte y
con Hispalis (Sevilla). Tienen el firme
empedrado y grandes obras como el
puente del Tinto en Ilipla (Niebla).
En Onuba y otras localidades se
multiplican los hornos minero-
metalúrgicos. Como combustible
emplean leña y carbón del monte
circundante, que se ve sometido a
una explotación intensiva.
Gibraleón, aguas arriba del Odiel, es un
punto clave de la red viaria: un vado
reforzado por un badén hecho en obra
de fábrica permite atravesar el río.
La ciudad romana cuenta con un
sistema de abastecimiento a base de
galerías subterráneas que drenan el
agua de los cabezos y la conducen a
depósitos y manaderos.
En la cabecera del estero de Domingo
Rubio hay un modesto asentamiento de
pescadores, del que se han encontrado
algunos restos.
En Onuba confluyen las vías marítimas que
se dirigen a Roma y al norte del Atlántico. A
estas rutas se suma el tráfico de cabotaje con
la costa lusitana y los puertos de la Bética,
como Gades e Hispalis.
Tras siglos de erosión, acentuada por
la minería a gran escala, los arrastres
fluviales han rellenado amplias
superficies de la Ría, dando lugar a
extensiones de aguas someras.