Página 34-35 - Huelva Nuevo

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Con unos 150.000 habitantes en 2010, Huelva se ha hecho grande y destaca como capital
industrial, administrativa y de servicios. El fuerte empuje experimentado desde mediados del
siglo XX ha afectado asimismo a las localidades de los alrededores para dar lugar a un entor-
no metropolitano densamente poblado y urbanizado, en el que, entre otras intervenciones,
se ha implantado un modelo supramunicipal de gestión integral del ciclo del agua.
El espacio de la Ría concentra gran parte de la actividad económica de la provincia. En con-
trapartida al declive de la minería, el polo industrial creado en 1964 propulsa un nuevo ramo
productivo de gran importancia, con particular repercusión en el movimiento del puerto.
Simultáneamente, el turismo de sol y playa, iniciado por los ingleses hace más de un siglo, no cesa de crecer desde el
último tercio del XX, al igual que la agricultura de cultivos bajo plástico, con la fresa como protagonista.
De acuerdo con estas circunstancias, por una parte, la demanda y consumo de agua, que cada vez llega de más lejos, se ha
disparado. Por otra, la construcción de potentes infraestructuras —autovías y carreteras, varios puentes sobre la Ría, muelles
hasta el Puerto Exterior, complejos industriales y, en especial, el dique espigón Juan Carlos I— ha tenido un hondo impacto
no solo en el uso y ocupación del territorio sino, también, en su propia configuración. En apenas unas décadas, el estuario
padece un ritmo de transformación nunca visto, acelerado en grado determinante por la intervención humana, con unas
alteraciones que, por su naturaleza e intensidad, no son únicamente cuantitativas, sino también de carácter cualitativo.
Vistas de Huelva hacia fines
de la década de 1950.
La Punta del Sebo, con el
monumento y una central
eléctrica.
Huelva desde la Ría a fines del siglo XX.
Huelva del siglo XXI
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
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La reducida escala de las salinas artesanas, ya
abandonadas, contrasta con la geométrica
extensión de las salinas industriales, de explotación
mecanizada, instaladas en las marismas del Odiel en
1980 para surtir al polo químico.
Varias carreteras y viaductos sobre el Odiel facilitan la
comunicación terrestre con Aljaraque, Punta Umbría
y el oeste de la provincia, evitando los largos rodeos
y el uso de embarcaciones de antes.
A fines del siglo XX empezó a introducirse
la depuración de las aguas residuales que se
vertían a la Ría, cerrándose el ciclo de gestión
integral de las aguas urbanas.
El dique Juan Carlos I, de 1981, que se adentra
en el mar una docena de kilómetros, ha inducido
los mayores cambios en la geografía de este
tramo litoral de los últimos siglos, acelerando la
deposición de arenas y la aparición de kilómetros
de nuevas playas.
Las zonas más valiosas del estuario y el
litoral que se han conservado, como las
marismas del Odiel, los Enebrales de Punta
Umbría o la turbera de las Madres y otras
lagunas litorales, han sido declaradas
espacios protegidos.
A lo largo de la Ría se suceden las instalaciones
de industrias que demandan grandes
volúmenes de agua de una calidad no siempre
tan exigente como la doméstica, por lo que
a veces cuentan con sistemas de suministro
independientes de la red urbana.
Los avances en agricultura hacen muy
rentables los estériles arenales de antaño. Al
este de Palos y Moguer, miles de hectáreas
de terreno forestal se han transformado en
cultivos bajo plástico, que en gran medida
dependen del agua subterránea.
De humilde poblado de pescadores y
colonia pionera de descanso, Punta Umbría
ha pasado a ser una populosa localidad,
con 15.000 habitantes, población que se
multiplica en la temporada turística.
Desde las instalaciones junto a la ciudad hasta el
Puerto Exterior, más de una decena de kilómetros
aguas abajo, el puerto articula un enorme
complejo. Los viejos muelles de Tharsis y de
Riotinto, que dejó de utilizarse en 1975, quedan
como testigos del pasado.
Garantizar el acceso al puerto exige
continuas labores de dragado y
mantenimiento. Debido al contenido
contaminante de algunos materiales
extraídos, consecuencia de la secular
actividad industrial, se almacenan en
recintos controlados junto al dique.
La ciudad sigue creciendo a costa del relleno de las
marismas. Pero, a diferencia de otros momentos
históricos, también se extiende por los cabezos y
terrenos del interior.
Una vasta superficie de marisma ha sido
ocupada y alterada, como las balsas del
Tinto rellenas de fosfoyesos, residuo
muy contaminante de las fábricas de
fertilizantes del polo.
Réplica de la Santa María en
el Muelle de las Carabelas.