Página 68 - Huelva Nuevo

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Objetos de bronce, armas en su mayoría, de los
siglos X-IX a. C. hallados en la Ría de Huelva.
Museo de Huelva.
De Tartessos a Saltés
Orígenes de Huelva y su entorno
Jesús Fernández Jurado
Arqueólogo
E
n el extremo sur de una estrecha pe-
nínsula se asienta Huelva, una ciudad
alejada de las aguas superficiales, con
escasos e inconstantes afloramientos, y
carece de manantiales. Sólo dos son las áreas donde
los onubenses han obtenido el agua: la vertiente sur
y la de poniente, ambas escasas, que vierten al río
Odiel; y las de levante y del norte, cuyas vaguadas
riegan los huertos antes de verter al río Tinto.
En ese territorio, hace unos tres mil años, los habi-
tantes del lugar que hoy llamamos Huelva vieron
desde sus chozas, en la zona más alta del poblado,
cómo unos barcos navegaban en el amplio estuario
que entonces era y hoy ocupan las islas de Bacuta, la
de Enmedio y Saltés, por entre las que corre la ría del
Odiel, cuyos dragados en los años veinte del pasado
siglo, rescataron espadas y lanzas de la llamada Edad
del Bronce, y el casco de un soldado griego del siglo
VI a.C. formado sólo por Asia, Europa y África.
Venían los fenicios desde el oriente mediterráneo bus-
cando la riqueza minera del suroeste de la Península
Ibérica; y tras ellos, con el mismo interés, arribaron
con sus velas griegos y púnicos, afrontando el riesgo de
la navegación de aquel tiempo que, como dijo el escita
Anacarsis a fines del siglo VI a.C., “…hay tres clases de
hombres en el mundo: los vivos, los muertos y los que
navegan por el mar”. Y por el mar también desembar-
caron los cartagineses en el tiempo en que los tartesios
comenzaban a ser turdetanos. Más tarde arribaron los
romanos, les siguieron los visigodos y llegaron musul-
manes, que fueron nutriendo la población autóctona.
Todos ellos, los que ya habitaban el lugar desde hacía
más de mil años y los que vinieron desde el Medi-
terráneo y la costa atlántica del Marruecos actual,
debieron padecer la escasez de agua de esta tierra, lo
que permite pensar que los primeros pobladores de
este territorio extraerían con pequeños pozos el agua
del nivel freático que, por otra parte, suministraría un
escaso volumen, lo que debió impulsar a los tartesios
a buscar otras fuentes de abastecimiento, pudiendo
haber aprendido a extraer el agua del acuífero colgado
en el interior de los cabezos, cuya permeabilidad per-
mite filtrar la lluvia. Un acuífero que corre de oriente
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
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