Bases para la realización del Sistema Compartido de Información sobre el Paisaje de Andalucía (SCIPA). Aplicacion a Sierra Morena - page 175

SierraMorna
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escripción
sintética
del
carácter
paisajístico
En la evaluación del carácter, el objeto es ante todo deter-
minar un patrón diferenciable y reconocible de elementos
que sepresentande formaconsistenteenunpaisaje; como
herramienta descriptiva, el concepto de carácter ofrece
una sedimentacióndepercepcionesprocedentesdedistin-
tos campos cognitivos y vivenciales que dotan de unicidad
al lugar. El carácter se ha asemejado a conceptos anterior-
mente usados como la atmósfera del lugar o la fisonomía
del paisaje. A través del análisis sistemático de atributos
naturales y sociales, el procedimiento permite identificar
áreas y tipos de carácter. Por añadidura, se aspira a esta-
blecer objetivos para la planificación que sean específicos
yadecuados a las característicasdedichas áreas ytipos.
La identificaciónde áreas y tipos debe acompañarsedeun
esfuerzodedenominación apropiada, apoyado en la topo-
nimia, que sirva a los efectos de unamayor pedagogía del
paisaje, y que refuerce el arraigamiento y el vínculo terri-
torial de los paisajes. Es en efecto importante contravenir
el creciente uso de imágenes paisajísticas de aluvión, con-
vertidas a travésde losmediosenmerosestímulosparaun
consumo totalmente al margen de los anclajes culturales
al territorio. Cada territorio semanifiesta a través de una
fisonomíapropia, que sedimentaenuncarácterpaisajístico
particular.
En este apartado, se ofrece en esbozo y para la totalidad
de la sierra lo que más adelante será objeto de descrip-
ción más profundizada. Se trata de reunir en unas notas
caracterizadoras la experiencia del paisajemariánico en lo
que ésta tiene de particular o diferenciador frente a otros
paisajes. SierraMorena es un accidente orográficomenor
pero extenso, que, sin rebasar grandes altitudes, obstacu-
liza el tránsito desde laMeseta, un escalón casi rectilíneo
formadopor relieves sombríos que se elevan sobre las tie-
rras de vivas y abigarradas tonalidades del Valle del Gua-
dalquivir. El contrastedel paisajees brutal entre la serranía
“morena”, tanto por el roquedo como por su vegetación
de matorrales espesos de jaras, lentiscos y carrascas, po-
bre y casi despoblada, y la fértil campiña andaluza, que se
ofrece a sus pies comotierra depromisión, con sus suaves
lomas rayadas de olivar y olivar (Terán et al., 1986). Desde
LaMancha, la transición esmenosmarcada, pero también
se impone al viajero. Tomlinson (1950) señala este cambio
con gran expresividad: “había olvidado que debíamos cru-
zarSierraMorena, porque laextensa llanuradesprovistade
sombras [LaMancha]noshabíaachatado laconsciencia, de
modoquenos sobresaltóel brusco vuelco al entrar enuna
amenazante garganta”. Leandro Fernández deMoratín, en
su Viaje a Italia, describe así la transición, aludiendo a la
riqueza vitícola de LaMancha y el refinado arte de labrar
del valledel Guadalquivir: “SierraMorenadivide los países
gratos aBacoyMinerva”.
López Ontiveros (2002) espiga en diversos libros de viaje y
anotaciones literarias la impresión intensaen los forasteros
suscitadapor el tránsitodesde los llanosde laManchahas-
ta el florido valle del Guadalquivir. Agrupa esta intensidad
perceptivaendos rúbricas:
a. Sierra Morena, puerta de Andalucía. Para Gautier,
la entrada en el Reino de Andalucía le hace pensar
en Egipto; es un tránsito desde Europa a África, en
un vuelco que tiene como escena Despeñaperros.
Richard Ford percibe estemismo paso como la su-
cesión de un desierto (LaMancha) que deja paso a
unedén (Andalucía). Latour,WylieyDavillier (acom-
pañadoporDoré) insistenenestamismadicotomía.
b. El desfiladero de Despeñaperros, paisaje románti-
co por antonomasia. George Borrow lo ve impreg-
nado de un componente de exótico suspense, el
bandolerismo. Gautier habla de su grandiosidad y
pintoresquismo; Andersenmenciona el contrapun-
to civilizador del ferrocarril, entonces en fase de
construcción.
Las fuertes pendientes de la red afluente del Guadalquivir
marcan la fisonomía de la sierra. Los cauces de lamargen
derecha, encajados en valles profundos y quebrados, de
curso rápido y casi torrencial, se ven amenudo sin agua y
enmarcadospor sotosqueponen color en laadustez gene-
ral del paisaje. Todoelloseexpresaenelmarcomodestode
unageografíadeescalamediaquehacepensaren laobser-
vación de Azorín, “pero las sabanas y pampas americanas
no son laMancha, ni losAlpes SierraMorena”.
A continuación se repasan, amodode anticipodeunestu-
diomás rigurosodel carácterpaisajístico, estasnotasdomi-
nantes en lapercepcióndel paisajedeSierraMorena.
a. Agreste, áspero, escabroso, acerbo, agrio, esquivo,
fragoso. La aspereza de la sierra es un tópico lite-
rario y una constatación geográfica. Ya Cervantes,
en El Quijote, puede apostrofar al numen serrano:
“O vosotros, quien quiera que seays, rusticos dio-
ses, que en este inhabitable lugar teneys vuestra
morada”. Lope deVega remite “a la aspereza de un
lugar pequeño / aquiendemurtas ypeñascos viste
/SierraMorena”. FernándezdeMoratín, en su
Viaje
a Italia
, veal cruzar lasierra“todoelhorrorde lana-
turaleza, peñascos desnudos, altísimos, que parece
a cadamomento que van a precipitarse, arroyadas
profundas,malezas intrincadas”.VicenteEspinel, en
el
Marcos deObregón
, alude a una naturaleza pro-
funda y tenebrosa, poblada de salteadores: “se lo
llevaron por unas espesuras, escuridades y escon-
drijos, llenos de revueltas y dificultades, que como
ya era de noche, y sonaba en unas profundidades
despeñándoseel agua, y la fuerzadel vientosacudía
losárbolescongran furia, yal estudianteel temor le
hacía de lasmatas hombres armados que le iban a
despeñar en aquella infernal hondura”. Pero el len-
guajede ladescripcióngeográficasuenaconcordan-
tementeen laspalabrasdeHernándezPacheco: “La
SierraMorena debe su fragosidad a lo profundo y
encajadode los cauces de los ríos afluentes al Gua-
dalquivir, tales como los del Jándula, Guadalmella-
to, Guadiato, Bembézar yViar; excavados en las ro-
cas pizarrosas, grauvacas, cuarcitas, conglomerados
y calizas paleozoicas o en los granitos y sienitas. En
las ásperas laderas de estas vallonadas profundas,
la erosión ha labrado rudos peñones y escarpados
tajos rocosos, que destacan entre la densamaraña
del matorral espeso. Son notables los altos e inac-
cesibles tajos rocosos de la ruda y selvática hoz del
Bembézar.” (Hernández Pacheco, 1936). Análoga-
mente en el lenguaje del cazador: “he echado los
kiries, lamayoríade lasvecesapiepor susbregosas
veredas y senderos, que trepan hasta las cuerdas
de lasmontañas y descienden a los valles umbríos,
flanqueados por espesos jarales y toda la gama de
matorrales yárboles característicosdeaquellasma-
lezas” (Urquijo, 1988).
b. Apartado, íntimo, eremítico. Son numerosas las re-
ferencias que pintan el paisajemariánico como re-
mota soledadpropicia a la penitencia y contempla-
ción. Lasasperezasysoledades remotasde lasierra,
a la que accede por el Viso del Marqués, son para
Don Quijote preludio de penitencia e iluminación.
Constantesevocacionesmíticasa lasprofundidades
de la sierra, entendidas comoentrañasoentresijos:
así enel Persilescervantino: “en lasentrañasdeSie-
rraMorena, tres leguas de la ciudad de Andujar, la
fiestadeNuestra Señorade laCabeça”. Hornachue-
1...,165,166,167,168,169,170,171,172,173,174 176,177,178,179,180,181,182,183,184,185,...536
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