Información de Referencia de los Hábitats de Interés Comunitario terrestres (IRHICA)

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Aplicación de caracterización de los Hábitats de Interés Comunitario

En cumplimiento de la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, conocida como Directiva Hábitats, se lleva a cabo un continuo trabajo de interpretación, localización, delimitación y valoración del estado de conservación de los Hábitats de Interés Comunitario (HIC) terrestres recogidos en el Anexo I de la Directiva (“Tipos de hábitats naturales de interés comunitario para cuya conservación es necesario designar Zonas Especiales de Conservación”). La Red Natura 2000 es la plasmación en el territorio de su implementación.

En Andalucía existe una amplia representación de los más de 200 tipos de hábitat de los 9 grupos definidos en el Anexo I. La delimitación territorial de cada uno en una región tan amplia y diversa es una tarea compleja. En la revisión llevada a cabo en 2015, se han definido 71 tipos de hábitats de interés y 99 subtipos. La información cartográfica puede consultarse de forma individual o en un mapa conjunto.

En los apartados siguientes se presentan las características básicas de cada grupo de hábitat, con el detalle de los tipos de hábitat que engloba y acceso a la cartografía y descripción de cada uno.  

Hábitats costeros y vegetaciones halofíticas

Hábitats costeros y vegetaciones halofíticas

El grupo 1 incluye hábitats propios de medios salinos, tanto próximos a la costa (marinos y terrestres) como de interior (lagunas endorreicas, humedales, manantiales salinos, etc.). En el territorio andaluz hay doce Hábitats terrestres de Interés Comunitario pertenecientes a este grupo, cuatro considerados como prioritarios por la Unión Europea, y dos más propuestos para este estatus en Andalucía.

Su distribución está condicionada por el grado de humedad y la presencia de sal. La flora y fauna es la propia de una zona de transición entre el medio acuático, con diferente grado de salinidad, y el medio terrestre, lo que supone una gran diversidad y a la vez una elevada especificidad.

La vegetación se caracteriza por la presencia de especies capaces de vivir en estos medios limitantes, con gran cantidad de sales (halófilas) o yesos (gipsófilas). Toda se puede considerar de porte pequeño y generalmente, con capacidad de almacenar gran cantidad de agua para equilibrar la concentración de sales (plantas suculentas) o con glándulas excretoras de sales con la misma función. También aparecen, en algunos casos, algas de diferentes tipos.

La fauna es la propia de hábitats húmedos que pueden inundarse ocasionalmente, siendo más representativa la avifauna costera y migratoria, que usa la zona para alimentarse y/o anidar, y los invertebrados adaptados a aguas saladas o salobres.

En Andalucía la distribución de estos hábitats es extensa y heterogénea, siendo más abundantes en las proximidades de la costa, pero encontrándose hábitats pertenecientes a este grupo incluso en la provincia de Jaén.

Dunas marítimas y continentales

Dunas marítimas y continentales

En Andalucía, los hábitats del grupo 2 se caracterizan por su ubicación costera (no existen dunas continentales), por conformar o estar ligados a formaciones dunares generalmente, y por presentar una relación de continuidad con hábitats del mismo grupo o coexistir en la misma superficie. Aparecen, no obstante, pequeñas zonas de arenales interiores, de origen litoral y relativamente cercanos a la costa, que por las características del terreno no forman dunas pero presentan comunidades vegetales y atributos similares.

Los diez tipos de HIC presentes en Andalucía se reparten a lo largo del litoral, siendo más abundantes en Almería, y sobre todo en Huelva, donde algunos son exclusivos. Son hábitats marcadamente fisiográficos (ligados al medio físico) y necesitan unas condiciones morfológicas y eólicas muy específicas.

Constituyen un grupo de hábitats dinámico y de gran fragilidad, amenazado por la presión humana y los cambios producidos en la costas. Se describen, además, siete subtipos particulares, para considerar situaciones o vegetaciones peculiares, no incluidas específicamente en los tipos.

La cobertura vegetal, cuando existe, está adaptada a las duras condiciones ambientales de la zona de transición marítimo terrestre. Evoluciona desde vegetación pionera escasa a formaciones arbustivas y arbóreas de mayor porte, generalmente según nos alejamos de la costa, tierra adentro, lo que favorece un sustrato más permanente, con mayor cantidad de materia orgánica, mejor balance hídrico y condiciones ambientales menos extremas. La mayoría de los hábitats de este grupo necesitan la presencia de determinadas comunidades vegetales para definirse (fitocenológicos) e incluso, en los casos en los que la especie o comunidad vegetal es específica, se considera que el hábitat existe donde la especie o comunidad está presente, aunque sea en muy escasa proporción y/o coexistiendo con otro hábitat.

Hábitats de agua dulce

Hábitats de agua dulce

Los hábitats pertenecientes al grupo 3 tienen una gran relevancia en Andalucía, ya que están asociados al agua dulce, factor limitante y determinante para la vida y escasa en un territorio donde los periodos de sequía son frecuentes. Son hábitats sometidos a una fuerte presión antrópica, como es la sobreexplotación y la contaminación y su conservación es fundamental, pues es la única manera de preservar la biodiversidad asociada.

Los once tipos de hábitats presentes incluyen las aguas dulces continentales retenidas (lagos, lagunas, charcas, márgenes de cursos de aguas, aguas remansadas de diferente origen, etc.) permanentes o temporales y con grados muy diferentes de pureza y aporte de nutrientes; y las aguas dulces continentales corrientes (ríos de caudal permanente, tramos de caudal variable, cursos fluviales variables debidos a las crecidas, etc.).

Son hábitats muy dispares tanto fisiográficos (definidos por el medio físico) como fitocenológicos (presentes en las localizaciones donde aparecen las comunidades vegetales, y en algunos casos también animales, que los caracterizan) con gran riqueza y variabilidad en comunidades vegetales y animales. Debido a las peculiaridades del territorio andaluz, tan diferente de otras zonas europeas, son difíciles de definir y clasificar, puesto que algunas corrientes de agua no encajan perfectamente en las denominaciones propuestas. Además, el límite entre aguas dulces y saladas está en discusión y no es fácil de establecer, debido a que el grado de salinidad no es constante, ya que varía con la época del año, lluvias, grado de inundación etc.

En Andalucía se presentan algunos hábitats exclusivos, por sus características físicas (lagunas glaciares de alta montaña) o por las comunidades vegetales peculiares asociadas (remansos de aguas en ríos de curso lento), que se incluyen en los cuatro subtipos definidos. Debido a la complejidad de los hábitats de este grupo, algunos tipos y subtipos están aún en estudio, pendientes de clasificar y renombrar definitivamente.

Brezales y matorrales de zona templada

Brezales y matorrales de zona templada

El grupo 4 se caracteriza por incluir hábitats con comunidades arbustivas de porte medio, en las que predomina el género Erica (brezos) o comunidades arbustivas propias de alta montaña mediterránea, adaptadas a condiciones extremas, como son el frío y nieve invernales y la intensa insolación y sequía estival.

Los cuatro tipos de Hábitats de este grupo presentes en Andalucía son fitocenológicos, es decir, están presentes cuando existe la comunidad o comunidades vegetales que los caracterizan, en proporción suficiente. Hay que tener en cuenta que, aunque en muchas ocasiones y en otros territorios, este tipo de vegetación constituye una fase temprana de sucesión ecológica hacia una formación forestal, por las características del territorio andaluz, pueden adquirir el estatus de comunidades permanentes.

Los hábitats que presentan brezales suelen colonizar suelos pobres en nutrientes, con diferente grado de humedad (desde suelos secos hasta suelos ligeramente encharcados) pero siempre ácidos o muy ácidos. Se localizan en Cádiz y Huelva, desde la costa hasta el interior, sin superar los 1900 metros de altitud, y en Sierra Morena.

Por su parte, las comunidades vegetales de alta montaña (que en Andalucía nunca incluyen brezos), colonizan las zonas más altas, de condiciones extremas, llegando hasta altitudes que imposibilitan el desarrollo de bosques. Los suelos son fundamentalmente básicos, también de sustrato pobre. En función de la localización, predominan los enebros sabinas rastreros y los piornos o escobas de montaña, o los matorrales de alta montaña, frecuentemente espinosos.

En Andalucía se han descrito cinco subtipos específicos que incluyen comunidades peculiares o endémicas que quedaban fuera de los tipos inicialmente descritos.

Matorrales esclerófilos

Matorrales esclerófilos

Los hábitats del grupo 5 incluyen una variedad de comunidades vegetales de matorrales y/o arbustivas muy heterogénea. Se caracterizan principalmente por su adaptación a largos periodos de sequía y calor, y por poseer generalmente hojas duras y mecanismos especiales que reducen la perdida de humedad.

Pueden tener portes muy diversos, desde pequeño, como es el caso de los tomillares, hasta muy elevados, arborescentes, como ocurre con los enebrales y sabinares, que, a pesar de alcanzar alturas superiores a los tres metros ocasionalmente, por sus características estructurales y de crecimiento no llegan a considerarse árboles.

La cobertura también es irregular, y suelen entremezclarse con comunidades vegetales de otros hábitats. Pueden aparecer formaciones densas, agrupaciones formando mosaicos o formaciones más abiertas, en rodales de pocos individuos e incluso de un solo individuo que se extiende formando todo el rodal y ocupando una extensión muy amplia (pueden llegar a tener un diámetro de copa de hasta 25 metros).

Las comunidades vegetales de los hábitats que colonizan los suelos más pobres y con condiciones climáticas más duras, suelen ser estables y suponen la fase evolutiva más desarrollada que puede darse en esa localización. Cuando aparecen en zonas con mejores condiciones en cuanto a sustrato y clima constituyen, si el resto de condiciones lo permite, una fase de sucesión a formaciones más desarrolladas, de tipo boscoso.

Los cinco hábitats incluidos en este grupo necesitan la existencia de la comunidad vegetal que los caracteriza para considerarse presentes (fitocenológicos), apareciendo algún caso particular mixto, es decir, también se definen por el medio físico (fisiográficos), sobre todo cuando se ubican en barrancos, roquedos, orlas de bosques, etc. En Andalucía se han descrito nueve subtipos para incluir comunidades vegetales características de este territorio y/o algunas formaciones endémicas.

Formaciones herbosas naturales y seminaturales

Formaciones herbosas naturales y seminaturales

El grupo 6 está formado por hábitats de comunidades vegetales herbosas naturales o seminaturales (prados, pastizales, pastizales arbolados, céspedes, etc.). Todas estas comunidades son de porte pequeño, con una elevada tasa de renovación, gran capacidad reproductora y mucha variabilidad (efímeras o permanentes).

Crecen en sustratos de características muy diversas (desde muy ácidos hasta calizos y con distintas cantidades y aportes de nutrientes y humedad) con diferentes coberturas (densas, en mosaico). En los ecosistemas terrestres tienen gran importancia puesto que son las primeras colonizadoras y aparecen cuando se ha producido alguna alteración grave, posibilitando la renovación y evolución del ecosistema hacia formaciones más avanzadas. Solo se mantienen como comunidades permanentes en suelos muy pobres y condiciones muy extremas, que no permiten el crecimiento de otras comunidades (vegetación herbácea de alta montaña), o por factores antropogénicos que impiden ese desarrollo de forma consciente e incluso cultural, como en los pastos que se mantienen para alimentar al ganado y en las formaciones adehesadas de encinas y otras especies, conocidas comúnmente como “dehesas”.

En Andalucía hay siete tipos de HIC, comunidades herbáceas de importancia natural debido a la diversidad biológica que implican, con interés cultural, como es el caso de las dehesas, o llamativas por su peculiaridad y escasez, con riesgo de desaparecer debido, en muchos casos, a causas antrópicas. Asimismo, ha sido necesario considerar siete subtipos por la especificidad de las comunidades vegetales que albergan, endemismos, etc. Son hábitats fitocenológicos, es decir aparecen en los enclaves con comunidades vegetales propias del mismo.

Turberas altas, turberas bajas y áreas pantanosas

Turberas altas, turberas bajas y áreas pantanosas

El grupo 7 en Andalucía presenta dos tipos de hábitats muy específicos que se localizan en ubicaciones asociadas a aguas carbonatadas, definiéndose principalmente como fisiográficos (condicionados por el medio físico), y muy ligados a las condiciones hidrológicas y cualidades del agua de aporte.

El primero aparece en turberas (acumulaciones de materia orgánica en descomposición, procedente de restos vegetales) y áreas pantanosas (zonas remansadas que se producen en los márgenes de aguas fluyentes o estancadas, donde se acumula materia orgánica y en la que se desarrolla la vegetación). Necesita la presencia de las comunidades vegetales que lo caracterizan (es por tanto mixto, fisiográfico y fitocenológico).

Las formaciones tobáceas calcáreas (segundo hábitat de este grupo) se desarrollan en manantiales de aguas con diversos grados de carbonatos y caudales continuos o no, incluso rezumantes. Consisten en precipitaciones de carbonato cálcico disuelto en el agua por la acción de comunidades vegetales formadas fundamentalmente por musgos. En este caso, las comunidades vegetales de estos hábitats no son determinantes. Actúan únicamente como indicadores de su buen estado de conservación y calidad cuando aparecen, aunque sí es necesario que el sistema tobáceo esté activo. Es un hábitat muy localizado, lineal o puntual, ya que se considera únicamente en la parte activa del conjunto tobáceo, y de gran fragilidad, pues se altera rápidamente con los cambios ambientales.

Hábitats rocosos y cuevas

Hábitats rocosos y cuevas

El grupo 8 incluye hábitats rocosos de diferentes tipos y las cuevas. Están muy relacionados, por tanto, con la composición y estructura de las rocas que los conforman (formaciones rocosas) o en las que se integran (cuevas) y con los procesos que los han originado. Son hábitats fisiográficos, determinados por el medio físico, y en algunos casos la aparición de las comunidades vegetales características se considera un indicador del buen estado del hábitat, pero su presencia no es determinante más que en los hábitats mixtos (fisiográficos y fitocenológicos).

Existen cinco tipos de hábitats. Los 4 primeros tipos de hábitats encuadrados en este grupo conforman las diferentes formaciones rocosas mencionadas (farallones, cantiles, paredones, escarpes, cortados, riscos, peñas, canchales, etc.). El tamaño de las rocas, su composición química y pH, la forma en que se acumulan, la pendiente que presentan y su movilidad condicionan las comunidades vegetales, que, cuando aparecen, se establecen en oquedades y fisuras o en suelos esqueléticos (muy finos, sobre roca), ocupando escasa superficie dentro del hábitat y con poca cobertura. En general, soportan condiciones extremas, son perennes (aunque aparecen algunas especies anuales), resistentes y adaptadas a crecer en el escaso sustrato que encuentran. No suelen ser comunidades vegetales con gran variedad de especies pero si incluyen abundantes endemismos.

El quinto tipo de este grupo son las “cuevas no explotadas por el turismo”. Se subraya así una condición exigida y necesaria para considerar el hábitat como HIC, incluyéndose en este tipo, además de las partes no visitables de estas grutas, otras cavidades naturales como simas y torcas, sumideros, surgencias, etc. Estos hábitats fisiográficos se caracterizan por albergar especies cavernícolas especializadas o endémicas, generalmente animales (murciélagos, anfibios, invertebrados terrestres y acuáticos) y aunque su presencia se considere indicador del buen estado del hábitat, su peculiaridad les confiere cierto carácter zoocenológico (hábitat caracterizado por la presencia de la especie animal que lo habita). Las comunidades vegetales asociadas no se consideran determinantes puesto que solo crecen en las bocas o entradas, hasta donde la luz alcanza.

Caracterización de los Hábitats de Interés Comunitario terrestres (HIC)

Bosques

Los bosques se integran en el grupo 9. Se caracterizan por la dominancia del estrato arbóreo y una importante densidad de arbustos y otras plantas asociadas.

En Andalucía predominan los bosques mediterráneos, con mayor adaptación a los climas secos, como encinares, alcornocales, acebuchales, algarrobales, bosques de coníferas (pinos de diferente tipo, pinsapares) quejigales, melojares, bosques y matorrales de ribera, etc. No obstante, la orografía y características ambientales peculiares del territorio andaluz, dan lugar a tipos de bosques que por su enclave, por las asociaciones de comunidades vegetales que presentan o por su manejo específico, son difíciles de encuadrar en los quince tipos de HIC ya definidos, por lo que ha sido necesario ampliar la descripción del tipo de hábitat o definir nuevos subtipos (quince), como ocurre con los bosques de abedules de Sierra Nevada o con diversas formaciones arbustivas como los “Canutos”.

Los bosques suponen la fase más evolucionada de la sucesión ecológica. Son hábitats fitocenológicos (aparecen cuando están presentes las comunidades vegetales propias del mismo) y es necesario que el estrato arbóreo tenga una cobertura de al menos el 30%. Ocasionalmente, cuando el sotobosque característico asociado (arbustos y matorrales que crecen bajo el estrato principal y que están condicionados por éste) es representativo, se puede considerar la presencia del hábitat con una cobertura arbórea menor, pero nunca inferior al 25%. Algunos casos concretos, principalmente los asociados a riberas y los bosques de laderas o barrancos, se consideran hábitats mixtos, al tener también una componente fisiográfica (ligados al medio físico).