Durante el siglo pasado, y al amparo del desarrollo económico, los ríos han sufrido graves impactos a causa del ser humano, principalmente motivados por las canalizaciones, el hormigonado de sus riberas, la contaminación, la invasión de especies exóticas y la sobreexplotación (ganadería, quema de rastrojos, etc).

La mayoría de los ríos mediterráneos, típicos de la región andaluza, poseen un régimen hídrico temporal o esporádico, caracterizándose por presentar un cauce seco, al menos durante el verano. A esto se le suma el carácter torrencial de las precipitaciones que, combinado con el régimen hidráulico, generan unas singularidades en la dinámica fluvial muy distintas a las existentes en los ríos permanentes de zonas con precipitaciones más uniformes.

Este hecho produce que las técnicas empleadas para la regeneración natural y restauración de ecosistemas fluviales en los ríos mediterráneos, presenten ciertas particularidades en relación a las empleadas en ríos con régimen hídrico permanente.

La Consejería está llevando a cabo la Estrategia Andaluza de Restauración de Ríos con el objetivo de mejorar el estado ecológico de los ríos y riberas de Andalucía. Para ello, esta estrategia contempla, entre sus líneas de trabajo, el Programa de restauración y rehabilitación de ríos que recoge una serie de actuaciones encaminadas a este fin.

En el año 2008 se publicó un manual sobre Restauración de riberas en ríos mediterráneos. Este documento aborda los principios básicos de restauración de las riberas de los ríos temporales mediterráneos, característicos de la región andaluza.

  1. Definición del grado de estabilidad del sistema cuenca-río
    Las condiciones de la cuenca vertiente (principalmente su tamaño, grado de cobertura y tipo de cubierta vegetal) determinan las características del tipo de caudal del río (crecidas, base y subsuperficial). Entre la cuenca y el río existe una relación tendente al equilibrio que puede romperse con los cambios en la cobertura vegetal de la cuenca, alterando la magnitud de las crecidas, la dimensión y pendiente del cauce, etc.
    Sólo se recomienda revegetar una ribera cuando el sistema cuenca-río alcance cierto grado de equilibrio. Lo más común es actuar en cuencas con alto grado de escorrentía, que puede estar motivado por diversos factores como por ejemplo un cambio de uso por implantación de urbanizaciones o un incendio forestal.
  2. Definición de las condiciones hidromorfológicas del tramo fluvial
    Las riberas se asientan se una franja del espacio fluvial modelado por dos componentes: la geomorfología y el régimen hidrológico. Las características y relaciones de ambos componentes son muy diversas y complejas, existiendo algunos factores que modifican las características naturales y por tanto su capacidad de regeneración. Los más comunes son las obras fluviales y la alteración del régimen hídrico (embalses, detracción de caudales para riego, aporte de caudales de la red de saneamiento, etc.)
  3. Establecimiento de la estrategia de revegetación
    Las riberas tienen capacidad de autoregenerarse. Dicha capacidad será mayor mientras mayor sea la calidad de las riberas aguas arriba del tramo, que aportará el material vegetal de reproducción.
    Si se reducen los factores de perturbación el río puede recuperarse por si sí sólo, pero si interesa reducir el tiempo necesario para recuperar la ribera, se optará por la reforestación.
    Según la localización de la ribera y los factores perturbadores que presente, se podrán optar por tres estrategias de revegetación
    • Restauración convencional: actuar sobre la totalidad de un río o tramo fluvial.
    • Regeneración adelantada: crear núcleos dispersos de vegetación riparia a lo largo del río, que actúen como núcleos de dispersión de material vegetal de reproducción, consiguiendo con el tiempo la regeneración total de la ribera.
    • Restauración pasiva: reestablecer la geomorfología del tramo fluvial, dejando que la revegetación la realice el propio río.
      Las actuaciones a llevar a cabo en la revegetación se pueden clasificar en tres tipos: densificación, diversificación y potenciación.
  4. Diseño de la revegetación
    Es necesario establecer una zonificación, donde se diferencien los distintos espacios fluviales y se elijan cuidadosamente las especies (aptas y viables) a introducir, sabiendo que finalmente será el propio río quién determine los lugares de regeneración de las especies en función de los hábitat existentes.