Lugros es el punto de partida para adentrarnos en la cabecera del río Alhama. Desde el puente de las Herrerías, a medio kilómetro del pueblo, se inicia el sendero.

En este paraje está el Molino harinero de Las Herrerías. Cuando no existía la comodidad de la energía eléctrica, la gente acudía al molino con sus mulas cargadas de cereal. El trigo que había de molerse se echaba en la tolva, un depósito con forma de pirámide invertida, situado encima de las piedras de moler. El cereal caía de la tolva, se colocaba por el orificio de la piedra superior y se introducía entre las muelas, que eran movidas gracias a la fuerza del agua.

Desde el puente ascendemos por la Cañada Real de las Herrerías, dejando a la izquierda el río Alhama. Las vías pecuarias o cañadas reales son caminos de trashumancia que unen los lugares tradicionales de pastoreo con los puertos o zonas de pastos de alta montaña. Caminamos entre cultivos abandonados donde el matorral (mejorana, tomillo) predomina sobre los escasos almendros que quedan. Al fondo aparece el Picón de Jérez, dominando toda la comarca, con sus más de tres mil metros de altura. Continuamos subiendo, hasta alcanzar, en quince minutos, una zona llana de amplias vistas.

Dejamos la cañada o vía pecuaria para llegar a la acequia de Polícar, que cruzaremos en varias ocasiones por puentecillos de madera. De origen musulmán, las acequias se utilizaban para encauzar el agua de riego y de uso doméstico. Esta construcción representa un claro exponente del nivel alcanzado por el pueblo árabe para canalizar las aguas en pro de su utilización humana. Los árabes aprovechaban con maestría todos los accidentes geográficos, construyendo bancales donde parece imposible y haciendo llegar hasta ellos, mediante un ingenioso trazado de acequia, el agua necesaria para su riego.

Durante este agradable trayecto, una media hora, podemos apreciar la franja de encinar que cubre la zona baja de la sierra, que durante siglos fue explotada por los carboneros, actividad tradicional ya desaparecida y que vinculaba a los habitantes de la zona con su bosque. En el camino encontramos un portillo de ganado que cruzaremos, dejándolo de nuevo cerrado.

En pocos minutos abandonamos el camino de la acequia para subir a una pista forestal. A nuestra derecha, una cerca delimita la finca del Maguillo, dedicada a la actividad cinegética. Caminamos por ella durante unos tres kilómetros. La pista desciende hasta el río Alhama, donde ya entramos en los límites del Parque Nacional de Sierra Nevada.

Las alamedas, de un color amarillo intenso en otoño, ofrecen una maravillosa vista del bosque en galería. En esta zona, considerada símbolo representativo de la ganadería vacuna de Sierra Nevada, podremos encontrar algunos toros y vacas paciendo ajenos a nosotros. Tras cruzar el río, tomaremos a la izquierda la vereda que va paralela a la acequia de Guadix, otra de las muchas acequias de Sierra Nevada, caminamos, por la umbría, bajo un denso encinar. Regresamos a Lugros por la otra margen del río Alhama.

Atravesamos el puente conocido como barranco de las Fraguas entrando otra vez en una zona de pastos y cultivos abandonados, para pasar poco después junto al cortijo de Corral Nuevo. La denominación de cortijos de corral se empleaba para parajes o lugares donde se recogía el ganado al mismo tiempo que daban albergue a los pastores en las frías noches del invierno.

Salimos a una pista a la derecha, paralela a la acequia. Pasamos un portillo de ganado y subimos a una zona abierta y llana, a la izquierda divisamos la Loma del Bañuelo. Desde aquí tenemos una completa panorámica del pueblo de Lugros y su entorno, antes de entrar en él debemos fijarnos para ver, junto a una granja, el partidor de agua de la acequia de Guadix.