Córdoba Califal. Año 1000 - page 32-33

El período de crisis y estancamiento desde el siglo XVII se refleja en los modestos cambios
que denota Córdoba hasta la primera mitad del XIX, cuando comienzan ser más perceptibles,
aunque tímidos. Ciudad de carácter eminentemente agrario, a partir de entonces se beneficia
del relativo progreso de la agricultura por el incremento de las superficies cultivadas y por ciertas
mejoras en las técnicas y sistemas de explotación. Como factores añadidos que contribuyen
a su desarrollo destacan también su designación como capital de una provincia que viene a
coincidir con los límites de su antiguo reino, la instalación de algunas industrias (fábricas de
harina, almazaras, tejares, fundición, fábrica de gas) y la llegada del ferrocarril, que la convierte
en nudo de comunicaciones donde convergen las líneas de Sevilla (1859), Madrid (1865),
Málaga (1865), de especial significación para la exportación de productos agrarios, y Belmez (1873), vía de salida del
carbón del Alto Guadiato.
Esta dinámica se acompaña de un aumento de la población, que pasa de 40.000 a casi 60.000 habitantes a lo largo
del siglo, incremento que más que repercutir en una expansión urbana redunda en una mayor densidad de ocupación
del área histórica. Las reformas afectan sobre todo a la periferia con el trazado de paseos y parques, la reordenación del
frente fluvial y la ubicación fuera del casco de cementerios, instalaciones industriales y tendidos ferroviarios, que ocupan
la franja al norte de la ciudad, condicionando su crecimiento futuro. En cuanto al abastecimiento y las aguas residuales, el
suministro sigue dependiendo de los veneros de la sierra y de la distribución mediante conducciones y fuentes públicas,
mientras se amplía el alcantarillado, cuyos vertidos continúan evacuándose en el río y arroyos.
Córdoba a fines del XIX, una tímida modernización
En la subida hacia Sierra
Morena, por el Brillante, la
abundancia de arroyos y
veneros fertiliza una multitud
de huertas y jardines.
El abastecimiento de la
población sigue apoyándose
en los sistemas históricos de
traída de aguas desde la sierra.
Hacia los Tejares y las
Ollerías, por el norte
del núcleo urbano, se
distribuyen los alfares y
talleres de cerámica.
El patio cordobés, con sus
macetas, fuentes y pozos, es
un rasgo característico de la
arquitectura y formas de vida
locales. Según T. Gautier “no
es un patio propiamente tal,
ni un jardín, ni una sala, sino
a la vez estas tres cosas”.
Los sotos de ribera se
reducen a parajes aislados.
El entorno de la Albolafia
y el puente se muestra sin
apenas vegetación debido
a las avenidas y al esquilmo
de la población.
En su desplazamiento hacia el sur, el
curso del río presenta ya un trazado
muy similar al actual. El cauce, muy
encajado, es más estrecho que antes
y divaga por la llanura de inundación.
Córdoba se convierte en foco
de atracción de los viajeros
románticos. La mezquita, “uno de
los más admirables monumentos
de la tierra”, actúa como un imán
irresistible.
Durante el siglo XIX
se rehace la fachada
fluvial de Córdoba. Se
construye un nuevo
murallón y el paseo
arbolado de la Ribera.
Alrededor del casco
urbano se asientan
diversas fábricas y
talleres. Al otro lado del
río crece el arrabal del
Campo de la Verdad.
La campiña aparece labrada
casi por completo, salpicada
por los caseríos de los cortijos
dedicados al cultivo extensivo
de los cereales de secano.
El aumento demográfico
y la escasa renovación de
las redes de suministro y
saneamiento provocan
continuos problemas de
higiene y salubridad.
Pese a la redacción de
varios proyectos para hacer
navegable el Guadalquivir,
el tráfico fluvial queda como
un recuerdo. Continúan, no
obstante, las conducciones de
madera por el río desde las
sierras de Cazorla.
En la segunda mitad del XIX
se derriban varias puertas y
murallas. También se trazan
amplios paseos ajardinados
por la periferia, a lo largo de
las rondas exteriores.
Se asiste a una notable
expansión del olivar. Sus
plantíos avanzan por el valle
y las faldas de la sierra a costa
del monte, ocupando las
vertientes más practicables.
La energía del vapor impulsa el elemento
fundamental de la modernización del
transporte: el ferrocarril. En el margen
septentrional de Córdoba se sitúan
estaciones, depósitos y líneas.
El paraje serrano de las Ermitas
acoge huertas, jardines y
viñedos con una vegetación
que, según un viajero, “no
puede ser más lujuriante”.
Panneau,
vista del Guadalquivir con Córdoba al fondo, óleo de Julio Romero de
Torres, 1912.
Domingo en Córdoba a orillas de Guadalquivir
, óleo de Rafael Romero Barros,
1884. Museo de Bellas Artes de Córdoba.
Patio de una
casa de Córdoba,
fotografía de fines
del siglo XIX.
Alegoría de Córdoba y el
Guadalquivir
, dibujo de Ángel
María de Barcia, 1892. Museo
de Bellas Artes de Córdoba.
[
28
] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
U N PA I S A J E H E CHO E N L A H I S T O R I A [
29
]
1...,17,18,19,20,21,22-23,24-25,26-27,28-29,30-31 34-35,36,37,38,39,40-41,42,43,44,45,...126
Powered by FlippingBook