Córdoba Califal. Año 1000 - page 45

A finales del siglo IV cesa la dedicación de pedestales
de estatua a gobernadores y otros altos funcionarios
de la administración imperial y local, al tiempo que el
propio foro colonial, sede del gobierno de la ciudad,
comienza a ser amortizado, culminando un proceso de
abandono que ya se había iniciado con el del anfiteatro
y el teatro desde comienzos de la centuria. Lo mismo
ocurre con el templo del antiguo complejo de culto
imperial y con numerosas calles, que son abandonadas
u ocupadas por edificaciones de carácter doméstico o,
simplemente, por basureros y espacios no edificados,
iniciándose de este modo la disolución de la trama
ortogonal de la ciudad romana.
Las áreas suburbanas también experimentan un pro-
ceso de transformación iniciado en el último tercio
del siglo III y caracterizado por el abandono de los
barrios residenciales y de numerosas villas suburbanas.
A comienzos del siglo IV, la construcción del comple-
jo arquitectónico de Cercadilla, de funcionalidad aún
discutida, se realiza empleando materiales pétreos pro-
cedentes del vecino anfiteatro y de otros edificios de
la ciudad transformados en cantera. Algunas décadas
después, sobre las ruinas del anfiteatro y en la propia
Cercadilla se generará un potente foco cristiano, con
edificios de culto y cementerios que, a lo largo de esa
centuria y de la siguiente, marcarán la fisonomía de
una extensa área suburbana plenamente cristianizada.
Este proceso de cristianización de la topografía urbana
es igualmente observable intramuros. El centro neu-
rálgico de la ciudad se ha trasladado desde la
vetus urbs
a la parte baja frontera con el río, en las proximidades
de la puerta del Puente, donde se configura un exten-
so complejo episcopal presidido por la catedral de San
Vicente y por la residencia del obispo. Todo este sector
es objeto de una refortificación orientada a garantizar
el control del puente y del puerto fluvial.
Esta nueva
Corduba
caerá en la órbita del emergente
reino visigodo de Toledo a finales del siglo VI, estable-
ciéndose el nuevo poder político junto al eclesiástico,
en el cuadrante suroccidental del recinto amurallado.
Marcada por la bipolaridad de un recinto urbano en
plena transformación, y aún poco conocido arqueoló-
gicamente, y unos suburbios que acogen a una plé-
yade de establecimientos religiosos, los vertiginosos
acontecimientos del año 711, con la derrota del último
rey visigodo a manos del ejército expedicionario envia-
do por el gobernador musulmán del Norte de África
y la inmediata conquista de la ciudad por Mughit,
supondrán al mismo tiempo el punto de llegada y el
de partida para una transformación de la ciudad, tanto
en su realidad física como en sus fundamentos eco-
nómicos, sociales e ideológicos, mucho más radicales
que los que se habían operado desde la fundación de la
ciudad romana, nueve siglos antes.
Tras unos años de titubeos y provisionalidad, en 717 el
gobernador al-Hurr, siguiendo instrucciones del califa
omeya de Damasco, instala en
Qurtuba
—adaptación al
árabe de
Corduba
— la capital de al-Ándalus. La guerra
civil que llevó a la pérdida del califato por los omeyas a
manos de los abasíes y la toma del poder en al-Ándalus
por Abd al-Rahman I, instaurador de la dinastía omeya
cordobesa en 756, cierra medio siglo de luchas intesti-
nas entre los conquistadores y abre la etapa de mayor
florecimiento urbano experimentado por Córdoba a lo
largo de su milenaria historia.
X
Panorama del Puente Romano de Córdoba sobre el Guadalquivir,
en una imagen de fines del XIX.
Biblioteca Nacional de España.
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Córdoba,
ciudad de ciudades
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