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Geodiversidad
Sin duda el Estrecho de Gibraltar es un lugar donde convergen de manera única las fuerzas de la naturaleza. Es punto de unión entre las
placas tectónicas ibérica, africana y de Alborán. Es punta de lanza de las Cordilleras Béticas en su avance hacia el Oeste, plegando y
deformando a las rocas areniscas que se adentran en el mar, mar que las modela y esculpe formando peines rocosos en Punta Carnero,
como queriendo dominar los revoltosos cabellos de las intensas corrientes marinas del Estrecho.
Porque también es lugar de encuentro entre corrientes marinas y costeras, atlánticas y mediterráneas que, sin descanso, trasladan la arena
que aportan los ríos y la desparraman en playas. Playas que se cobijan entre los promontorios de esas areniscas perforadas por la acción
de la sal y del viento.
Y el Estrecho es también frente de lucha entre vientos contundentes. Ponientes húmedos que aseguran el agua para los ríos y torrentes, y
que también ayudan a que, como en Los Lances, las dunas atlánticas sirvan de albergue vital para plantas y animales. Levantes que desor-
denan la arena, la mueven y la apilan formando montañas vivas, ávidas por enterrar los extensos pinares de Punta Paloma.
Arena, pinos, mar. Amarillo, verde, azul, colores primarios, siempre en lucha, siempre convergiendo, siempre juntos.
Francisco Javier Gracia Prieto
Universidad de Cádiz
Duna en Valdevaqueros
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