Página 83 - Parque Natural del Estrecho definitivo

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Ubicación Estratégica:
Dos mares, dos continentes
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Patrimonio Industrial
Mi relación sentimental con este Parque comienza siendo un crío, cuando escudriñaba curioso los rincones de la caleta de la mano de mi
padre.
Ya en plena efervescencia adolescente, descubrí el Guadalmesí. Recorrer la Colada de la Costa dejando atrás el Castillo de Tarifa fue
una experiencia inolvidable. A escasos metros, justo al pie de los flysch, se erigía la Casa del Náufrago, elegante y funcional. Siempre tuve
a ese edificio por templo de salvación al que se aferraban los desvelos nocturnos de esposas y madres de los hombres de la mar. Más
allá, los misteriosos nidos de ametralladoras, mirando desafiantes a la otra orilla, los bunkers jalonando la costa y el trasiego militar hacían
de éste un territorio inhóspito y misterioso en blanco y negro, pero al mismo tiempo atractivo.
La atrevida ignorancia juvenil me impulsó a subir a la torre, vigía sempiterno desde la que todo se ve. La fuerza sobrenatural que transmiten
aquí los pilares de la tierra cosquillea los pies y te toca el corazón. Abajo, la huerta tarifeña: manzanitas del Guadalmesí, pequeñas, ácidas
y deliciosas.
Desde aquellos fugaces instantes de mi niñez y aún hoy, deseo que este mágico rincón, solitario, recóndito y misterioso se mantenga vivo,
limpio y encalado, para siempre.
Guillermo Pérez Villalta
Pintor
Casa del Naúfrago
© Serafín Sánchez Marín.