Antología : (1957-1998)
Información general
Resumen de la publicación
Hubo un antes y un después de Archibald McLeish en la vida poética de Fernando Quiñones. Su traducción del poema “Conquistador”, a mediados de los años 50, convirtió a Ascanio o el libro de las flores, en una bisagra que fijaba un cambio en la peripecia lírica del escritor gaditano. De la gaditana revista Platero al premio Casa de las Américas o sus viajes a través del mundo, Quiñones emprende un viaje interior que se rige por una absoluta coherencia y universalismo. Aquí, en estas páginas, Nieves Vázquez ofrece en esta antología una visión selecta de sus mejores versos, a pesar de que reducir su poética total siempre se nos antoja un esfuerzo titánico. En un momento en el que buena parte de su generación viajaba desde la poesía social de la época inmediatamente anterior al vínculo claro con el 27 de muchos de sus coetáneos, Quiñones decide poner rumbo hacia otras temperaturas e idiomas poéticos, conectando claramente con la llamada Beat Generation. A partir de ahí y muy especialmente con su serie “Crónicas…”, no sólo conquista un estilo sino que logra cuajar, a lo largo de su vida creativa, una estética profundamente renovadora que concilia una posición política indudablemente clara –esto es, democrática, antifascista, heterodoxa, andalucista-, pero también una apuesta formal de primer nivel, la de un autor que concibe que su mayor compromiso estriba en escribir bien. Y Fernando Quiñones escribe mejor. Si cabe. En este libro, que edita la Consejería de Cultura con motivo de la inclusión del gaditano en el programa ”Nuevos clásicos andaluces” del Centro Andaluz de las Letras, pueden comprobarlo perfectamente. Mientras su narrativa se ajusta al canon clásico y realista, el autor de Ben Jaqan vuela con absoluta libertad hacia otras lenguas y atmósferas, se transfigura en una poética cósmica, en donde descubre al ser humano más humilde desde las arenas de Yemen a las nieblas de Inglaterra, desde el turbio pasado de Las Crónicas del 40 a la gloria, quizá no tanta, de Al-Ándalus o de Castilla: la paradoja, los elementos anacrónicos, el collage, son los elementos de los que se vale Quiñones para plasmar su propia brújula poética, a favor del sur y de los nadie, frente a los poderosos y los fanáticos. Si la poesía es acción, como aseguraba su amigo Francisco Urondo, la de Quiñones es necesaria. Sobre todo en tiempos como los que corren, donde sus crónicas se hacen nuevamente imprescindibles.