El [corazón] manda

      

   

El Archivo Histórico Provincial de Sevilla ilustra con dibujos y palabras el amor y el desamor. Quizá el sentimiento que condicionó el devenir de la sociedad de hoy y la antepasada.

En un protocolo notarial de 1593 se localizan dibujados dos corazones, un órgano tan representativo del amor, sin que se pueda identificar la mano que los realizó.  Uno al inicio y otro al final del traslado de la ejecutoria de hidalguía de Juan Pache de Zárate (impresa). Corazones de pequeño tamaño atravesados por flechas de grandes dimensiones. Uno de ellos se dibuja bajo la imagen de Jesús representado como SALVATOR MUNDI (Protocolos notariales de Sevilla, 12552P).

Otros corazones se localizan en la hoja inicial o portadilla de uno de los cuadernos que componen el protocolo notarial de 1625, en este caso ondulosos y flechados, dibujados junto a anotaciones, borradores de firmas, cuentas, etc.  En la parte inferior de uno de los corazones aparecen dos palabras significativas:  "El manda" (Protocolos notariales de Sevilla, 16264P). 

Palabras de amor y desamor las podemos encontrar en las cartas de amor junto a un mechón de pelo, fotografías o dos libros, en donde entre líneas se escribían mensajes los enamorados protagonistas de la causa criminal por tentativa de rapto de 1933 (Juzgado de Instrucción n.º 1 de Sevilla, 5586). Claudio, suboficial del ejército retirado y casado, es acusado del rapto de Rosario. En el expediente constan cartas en un “tono íntimo”, con expresiones coloquiales, particulares y localismos, que las convierten en documentos atractivos y curiosos, por su cercanía a los sucesos de la vida cotidiana de las personas. Sin embargo el asunto no acaba bien, los padres acusan a Claudio de rapto de su hija y ambos enamorados se desdicen en sus declaraciones del amor manifestado.

Finalmente, el desamor está presente en los pleitos de divorcio del fondo documental de la Real Audiencia.  El divorcio tenía un significado distinto del actual.  El “divortium” se entendía como la separación de lecho, mesa y casa, y era aceptado a menudo. El valor sacramental del matrimonio que se había planteado durante el Concilio de Letrán (1215) fue aprobado en el Concilio de Trento en 1563. Además de considerarlo un sacramento, el Concilio reafirmó la indisolubilidad del matrimonio y su importancia en la transmisión del patrimonio y en el equilibrio social. Al mismo tiempo, se acentuó el papel de la iglesia en las cuestiones morales y matrimoniales. El matrimonio era indisoluble, y así continuó hasta la Segunda República, cuando se legaliza el divorcio civil a través de la primera Ley del Divorcio en España (1932).

Normalmente los procesos de divorcio eran emprendidos por las clases medias y bajas, y en menor medida por la nobleza y burguesía, debido al escándalo social al que los cónyuges deberían hacer frente. En 1826, en el testimonio de Mª Josefa de Mera sobre adulterio de Juan  Morillo, su marido, se incluye la diligencia de prisión de las autoridades al sorprender al marido con su amante. En ese momento Juan  le exclama a Inés, su amante, visiblemente afectada, “que depusiese su pena, pues aunque él iba a la cárcel y supiere morir en un cadalso, jamás la olvidaría, amándola hasta la muerte” (Real Audiencia,  29699/4, fol. 24r-26v).

El  Archivo Histórico Provincial, junto a la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad de Sevilla, organizan las jornadas “El corazón manda: Historias de amor y desamor en los papeles históricos” con las que da comiendo el Seminario permanente “Historias de la vida cotidiana”, que tendrá diferentes actividades a lo largo del año. Las Jornadas serán el primer encuentro y se celebrarán los días 14 y 22 de este mes de febrero,  en la sede del Archivo, en la calle Almirante Apodaca, nº 4.

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