El testamento de Juan Sebastián Elcano (1526) : palabras para un autorretrato
Información general
Resumen de la publicación
El testamento de Elcano es un prisma poliédrico y lenticular, inscrito de 7.216 palabras y 30.381 letras. Son voces, pensamientos y trozos cristalinos del alma de Elcano, facetas microscópicas que encarnan el músculo de su personalidad. La lectura minuciosa del facsímil hace pujante a la inercia de la tinta mineral del original del Archivo de Indias. Habla a los ojos y autorretrata al hablante. El documento se sitúa dentro de la trama envolvente de la escritura, la pluma y el papel en el curso de la vida aventurera de Juan Sebastián Elcano. Se esboza al testador como servidor del rey, buscador de aromas y especias, hombre intrépido, rendido a la caprichosa fortuna e instigador de suculentas expectativas de negocios en las Molucas. Se reviven las manos de papel, pluma, tinta y los salvados secantes que empleó Andrés de Urdaneta en la confección del texto testamentario en uno de los camarotes de la nao Victoria. El que sería luego un gran cosmógrafo y marino del rey Felipe II, a sus 18 años, se destapa ya como buen calígrafo, conocedor de la aritmética y retórica, y criado y discípulo a la vera de su capitán. Elcano se arropa enfermo en su cama de muerte por siete paisanos suyos y encomienda la custodia de su testamento a un segoviano, el contador Iñigo Ortés de Perea. Se hizo un testamento “de dentro”, largo y prolijo en tres pliegos por todas sus caras, y se encerró, ató y selló en otro “de fuera” doblado en media cuartilla. Su madre y las madres solteras de sus hijos lo oyeron y releyeron para pleitear con el rey Carlos I, y dos siglos después el testamento se hizo una joya de valor incalculable para los historiadores de los tres últimos siglos.