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Molinos del Guadalquivir en Córdoba

30/06/2009

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Lope García. Formado por dos molinos en línea, data de época medieval, aunque su estructura básica es obra del siglo XVI, como se aprecia por la potente sillería de piedra. Sobre el molino antiguo se construyeron a finales del siglo XIX o principios del XX dos plantas altas. En 1933 se transformó en fábrica harinera. Conserva la azuda de donde tomaba el agua, que cruza el Guadalquivir en dirección noroeste desde el edificio hasta la otra orilla del río.

Carbonell. Edificado en 1834 sobre un molino anterior del que quedan escasos restos. Fue adquirido en 1890 por la familia Carbonell, de ahí su nombre, y años más tarde fue sometido a una profunda transformación, convirtiéndose en la Fábrica de Harinas Santa Cándida y manteniéndose en explotación hasta después de la Guerra Civil. Conserva la azuda que, en dirección norte, se extiende a lo largo del Guadalquivir.

Martos. Data del siglo XIII, aunque sus tres batanes fueron construidos en el siglo XVIII y a finales del siglo XIX se readaptó para la mayor producción harinera con tres dependencias anejas a la gran sala. La parte principal es una gran nave alargada, realizada a base de sillares de piedra y con bóveda de cañón, iluminada por cuatro tragaluces cenitales. Es el molino de mayores dimensiones y contó incluso con embarcadero.

Albolafia. El más emblemático del conjunto de molinos hidráulicos, debido sobre todo a su noria de grandes dimensiones, que aparece en el actual escudo de la ciudad de Córdoba. Arquitectónicamente es una amalgama de elementos de diversas épocas. La parte más antigua parece ser de época medieval, que corresponde a los restos de un acueducto almohade. En el siglo XVI se convierte en molino harinero y batán, con grandes obras de reforma como la construcción de la proa cilíndrica.

Pápalo. De origen medieval, está situado en una isla, en medio del cauce del río. Se compone de dos edificaciones adosadas y con dos plantas, aunque de la superior sólo se conserva una carcasa de muros modernos. La fábrica de los muros es de piedra, con grandes sillares en las partes bajas, y la bóveda es de ladrillo.

Enmedio. Edificio de origen medieval, compuesto por una sola planta, de dos salas y construido para tres piedras de moler. En la actualidad conserva dos de ellas. Fue propiedad particular hasta los años 60 del siglo XX y estuvo en funcionamiento hasta mediados de esa misma centuria como molino de rodeznos.

 

                                 

 

San Antonio. Molino con muestras de diferente cronología, se organiza en cinco crujías y presenta muros de mampostería con verdugadas de ladrillo. Dispone de dos canales de aliviaderos, con las guías labradas en piedras negras.

La Alegría. Consta de un basamento de piedra con seis canales y una planta compuesta por tres cámaras que comunican entre sí a través de arcos. A principios del siglo XX, el inmueble se unió a una construcción anexa para convertirse en fábrica de harinas, explotada por la sociedad industrial La Harinera Cordobesa. Después funcionó como central eléctrica al adquirirlo la Sociedad de Gas y Electricidad y Mengemor. Recientemente ha sido restaurado para su adecuación como Museo Paleobotánico, dependiente del Jardín Botánico de Córdoba.

San Rafael. Construida en la primera mitad del siglo XIX, es una de las edificaciones que mejor se conserva. Funcionó como fábrica de papel desde 1810 a 1840 y se transformó en fábrica harinera en 1844. La sala de molienda es triple, con una parte central de planta cuadrada y dos paralelas de planta trapezoidal. La primera dependencia, con cúpula de cuatro paños con claraboya central, alberga cuatro piedras de moler, mientras que las dos dependencias de las salas laterales se cubren con bóvedas de cañón.

San Lorenzo. Situado junto al Molino de San Rafael, dispone de un núcleo central de planta cuadrada abovedada. Al exterior y cerca de la entrada existe un puentecillo con una escalera para acceder a la terraza superior. La fábrica es irregular y sufrió una gran remodelación a finales del siglo XIX. Hasta 1913 funcionó como molino para la fabricación de papel y, posteriormente, fue adaptado a la producción de electricidad al ser vendido a la Compañía Mengemor.

 

 


Casillas. En 1895 fue reformado para transformarse en central eléctrica y perdió su antigua estructura. Son visibles tres salas con vestigios antiguos en su basamento, donde estarían situadas nueve piedras de moler. Aunque su fábrica se encuentra en estado de ruina, conserva la azuda que atraviesa el Guadalquivir en sentido oeste-este desde el molino, disponiendo de un puentecillo sobre una represa para entrada del agua.