En principio, toda persona de entre 18 y 65 años, que pese más de 50 kilos y goce en general de buena salud, puede ser donante. Es preciso tener el peso mínimo, porque en cada donación se recoge una cantidad estándar para todos los donantes (450 mililitros). La cantidad de sangre de una persona está en relación con su edad, peso, sexo y altura. Una persona adulta puede tener entre cuatro y seis litros de sangre, aproximadamente el 7% de su peso corporal.

El acto de donar sangre es sencillo, rápido, prácticamente indoloro y controlado médicamente. El proceso completo, desde la identificación del donante hasta el final de la donación, dura, como mucho, media hora. No es necesario estar en ayunas para hacer una donación de sangre, incluso habiendo hecho una comida normal se puede donar sin problemas. Previamente es necesario contestar un cuestionario médico orientado a detectar cualquier posible factor de riesgo.

Las preguntas de este documento vienen determinadas por ley y su objetivo es velar por la seguridad del donante y del futuro receptor. Además, se comprueba la tensión del donante, el pulso, los valores de hemoglobina y se confirma si no ha realizado prácticas de riesgo que faciliten el contagio de enfermedades, como la hepatitis, el sífilis o el virus del VIH.

Tras la donación, la sangre se repone con la ingestión habitual de alimentos, especialmente de líquidos, y un leve descanso. Estos alimentos están disponibles en el lugar de la donación.

Entre cada donación de sangre deben transcurrir, al menos, dos meses. Las mujeres pueden donar hasta tres veces al año, y cuatro veces los hombres. El grupo más numeroso es el 0 positivo (35,4%), y tras él se sitúa el A positivo (35,36%), B positivo (8,08%) y 0 negativo (8,02%). Las personas con grupo A negativo representan el 7,26% del total de los donantes de sangre, mientras que lo AB positivos son el 3,37%, los B negativos el 1,72%, y los AB negativos el 0,76% del total. En Andalucía, los grupos sanguíneos más demandados son el A positivo y el O positivo.