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Más allá de la cosecha

La Consejería de Vivienda recopila en un libro los ejemplos de cortijos, haciendas y lagares más relevantes de la provincia de Sevilla

05/03/2010
Cortijo Alcalá Gobantes, de Osuna.

Cortijo Alcalá Gobantes, de Osuna.

Fueron, durante siglos, lugares en los que miles de personas, a lo largo de generaciones, trabajaron la tierra. Hoy, algunos están en desuso, otros han perdido su finalidad agrícola y los hay que siguen manteniendo su tradición agraria o ganadera. Son los cortijos, haciendas y lagares de Andalucía, cuyo interés arquitectónico se ha ido valorando cada vez más en las últimas décadas. La Junta comenzó hace más de diez años la tarea minuciosa de recopilar los ejemplos más importantes de este tipo de arquitectura y de divulgar su existencia y su valor, a través de una serie de publicaciones -y también de exposiciones- que reúnen una amplia muestra de cada una de las provincias. Sevilla centra el último libro publicado de esta serie, que ya se ha ocupado de Almería, Cádiz, Córdoba, Málaga y Granada.

'Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Sevilla' es el título de este volumen, cuyos dos tomos, con más de mil páginas y cientos de imágenes, han requerido un arduo trabajo de campo durante más de tres años.

Ha sido necesario, por un lado, documentar, a través de visitas, de instrumentos cartográficos e incluso de entrevistas orales, más de 2.000 explotaciones de la provincia. Posteriormente, 351 de estas edificaciones se han seleccionado para aparecer de forma más destacada en la publicación y, de ellas, 149 han merecido especial atención por su sobresaliente interés arquitectónico.

Las haciendas sevillanas, los grandes cortijos, los caseríos ganaderos y de dehesa, los lagares o las edificaciones arroceras integran un catálogo de obras de inusual abundancia e interés, con cifras muy elevadas de piezas notables tanto por sus dimensiones como por sus recursos constructivos. Para su estudio y difusión, la provincia se ha dividido en tres sectores coherentes desde el punto de vista geográfico, histórico y cultural: la Sierra Norte y la Vega, los Alcores, el Aljarafe y las Marismas, y la Campiña y la Sierra Sur.

Hay testimonios de la existencia de explotaciones agrícolas en Sevilla desde el Tercer Milenio antes de Cristo, aunque las raíces del sistema latifundista que ha imperado durante siglos en la provincia se remontan a la época de la Reconquista. Tras la toma de Sevilla en 1248, la tierra se reparte entre los grandes señores y los nuevos conquistadores y surgen así explotaciones como la alquería de Benazuza en Sanlúcar la Mayor o la hacienda Torrequemada de Gelves.

Ambas están dedicadas, hoy día, a la hostelería. De origen medieval son también otras obras de gran interés, como la hacienda La Soledad de Alcalá de Guadaíra o el cortijo Torre de la Reina en Guillena.

Sin embargo, es en la Edad Moderna cuando la agricultura sevillana comienza a adoptar sus rasgos actuales: explotaciones extensas y dedicación mayoritaria a los cultivos del trigo, el olivo y la vid, junto con la ganadería. En esta época aparecen buena parte de los edificios recogidos en el libro, como los cortijos Alcalá Gobantes de Osuna o el Marqués de Cazalla, la hacienda Ibarburu en Dos Hermanas o la Caridad de Constantina.

Modernización

Los cortijos, haciendas y lagares sevillanos vieron después pasar la desamortización, que no cambió sin embargo la estructura de la gran propiedad, y la modernización del trabajo de la tierra durante los siglos XIX y XX, con el uso de nuevos utillajes, la introducción de la mecanización o la expansión del regadío.

Diversos autores, como Fernando Olmedo, Magdalena Torres, Francisco Herrera, Fernando Quiles, Álvaro Recio Mir, Jaime Serveto, Javier Tejido, José Carlos Sánchez Romero o Guillermo Pavón, analizan en este volumen las características de las explotaciones agrarias sevillanas. Sus textos están ilustrados por las imágenes de fotógrafos como Vicente del Amo, José Morón, Javier Andrada o Atín Aya. Entre ellas, resaltan las tomas aéreas captadas por Javier Hernández Gallardo desde su parapente.

En la actualidad aún se cuentan en la provincia de Sevilla más de 2.000 haciendas, cortijos y lagares de cierto interés -antaño llegaron a sumar varios millares sólo en la Sierra Norte- y su conocimiento, gracias a este estudio de la Consejería de Vivienda, puede contribuir a su conservación y puesta en valor. Algunos, como la hacienda Torrequemada, son tan sobresalientes que han sido declarados Bienes de Interés Cultural. Otros, por el contrario, han ido desapareciendo con el paso de tiempo, como se ha ido diluyendo el estilo de vida rural con el que están tan íntimamente relacionados.