El dolor tiene serias consecuencias emocionales, sociales e incluso económicas para el paciente e incrementa por cinco la probabilidad de utilización de servicios sanitarios. Según la Encuesta de Salud de Andalucía (2007), uno de cada dos encuestados refería haber tomado algún fármaco para el dolor en las últimas dos semanas y a una de cada cuatro, el dolor les había dificultado el trabajo.

A este respecto, los datos de la Encuesta Nacional de Salud (2006) reflejan que el 10% reconoce haber tenido que reducir sus actividades habituales por algún tipo de dolor. Los más frecuentes son los de espalda, cuello o cintura (18,1% de la población).

Por último, el 'Pain in Europe' destaca que el 11% de la población sufre dolor crónico a lo largo de una media de nueve años. De ellos, el 22% necesita entre 5 y 10 años para alcanzar un control adecuado de este dolor, mientras que el 4% de las personas encuestadas tuvo que cambiar de trabajo a causa del dolor. Además, cada paciente con dolor pierde 16 días laborales al año por esta causa.