Dejar de fumar tiene infinidad de beneficios que se sienten desde el primer momento. Pero, sin duda, aquellos que tienen que ver con la salud de la persona fumadora son, prácticamente, instantáneos. De hecho:

• A los 20 minutos de haber fumado el último cigarrillo la presión arterial y el ritmo cardíaco empiezan a normalizarse.

• A las 8 horas, el oxígeno en la sangre aumenta, aproximándose a su nivel normal. Además, los niveles de nicotina y monóxido de carbono en la sangre se reducen a la mitad.

• A las 24 horas, los pulmones empiezan a remover mucosidad. El monóxido de carbono se ha eliminado del organismo y se reduce el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.

• A las 48 horas, las terminaciones nerviosas del gusto y del olfato se regeneran, con lo que se recupera la capacidad de oler y saborear los alimentos. Además, la nicotina desaparece del organismo.

• A los 3 días, se respira con más facilidad y aumenta la capacidad pulmonar. Se reduce la tos y aumenta la sensación de bienestar.

• A los 15 días, mejora de forma generalizada la circulación sanguínea y desaparece la dependencia física a la nicotina.

• Entre 1 y 2 meses después del último cigarrillo, la presión arterial recupera sus valores normales y mejora el flujo de la sangre en manos y pies.

• Entre 3 y 6 meses después del último cigarrillo, aumenta la capacidad de resistencia a las infecciones y se consolida la conducta de persona no fumadora, con lo que ésta se incorpora a la vida cotidiana con normalidad y sin tanto esfuerzo.

Además, la piel y el pelo están más brillantes, los dientes y el aliento más limpio, y mejora el olor de la ropa y el entorno.