Las actuaciones de restauración paisajística persiguen, en primer lugar, la recreación del paisaje y las formas existentes en el entorno, eliminando en la medida de lo posible el contraste visual que genera la obra. Asimismo, la distribución y densidad de las plantaciones deben responder a criterios funcionales y estéticos, por lo que se diseña evitando una distribución monótona y artificial que permita una correcta protección del suelo frente a la erosión.

Las especies que se utilizan para la restauración siempre son autóctonas o naturalizadas en la comarca, adaptadas a las condiciones del medio. Esto facilita el éxito de los tratamientos y, al mismo tiempo, reduce los costes de mantenimiento. Para garantizar el éxito de la restauración se realiza una rigurosa planificación de las obras, con el preceptivo control de los materiales y de la ejecución.

La restauración paisajística no concluye tras la siembra o adopción de medidas inmediatas a la obra pública, sino que se prolonga durante 24 meses más gracias a empresas especializadas que se dedican exclusivamente a la conservación, garantía y éxito de la actuación.