El flamenco nació del mestizaje y del cruce de raíces culturales árabe, sefardí y gitana en Andalucía, y se ha expandido por todo el mundo con una gran proyección en países como Francia, Estados Unidos o Latinoamérica. El ejemplo más llamativo de su arraigo lo representa Japón, con más de 600 academias donde aprenden 60.000 alumnos de la mano de artistas llegados de España.

Transmitido oralmente desde hace siglos y preservado por grandes dinastías gitanas de Andalucía, históricamente está ligado al 'quejío' del pueblo andaluz para expresar sus penas y sufrimiento, aunque en constante evolución y también con palos más festeros. Desde comienzos del siglo XIX existen testimonios fiables de cantaores y van perfilándose sus estilos, que en muchos casos son expresión de trabajos penosos como los cantes de la siega y trilla o los mineros.

Posteriormente pasó a los cafés-cantantes, pero también vivió épocas muy duras sometido a los deseos de los 'señoritos' en sus fiestas nocturnas en las ventas. Este arte se empezó a dignificar con los tablaos y festivales a partir de los años 60, hasta llegar a los grandes escenarios.