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17/08/2011

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El consumo de combustible y las emisiones de CO2 no sólo dependen del rendimiento del vehículo sino también del comportamiento al volante y del mantenimiento del coche. Por eso, una de las formas para contribuir a la disminución de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, además de adquirir coches eficientes, es reducir el consumo de combustible y, con ello, también ahorrar dinero.

Algunos consejos básicos son planificar la ruta y escoger el camino menos congestionado. En pequeños recorridos urbanos se puede consumir más del doble que en carretera, por lo que se recomienda evitarlos siempre que sea posible.

Además, la sobrecarga del vehículo gasta mucha gasolina. Por cada 100 kilos de peso adicional se incrementa un 5% el consumo. El uso de la baca, aún estando vacía, o de otros accesorios exteriores, puede aumentar el consumo hasta un 35%. Es conveniente evitar el exceso de peso y de objetos.

También es conveniente mantener la presión correcta de los neumáticos y su alineado. Una presión de neumáticos de 0,3 bares por debajo de la establecida incide en un aumento del consumo de un 3%.

Un motor mal reglado puede incrementar el gasto de combustible en un 9%, por eso se recomienda cambiar filtros, aceite y bujías en el momento que indique el fabricante y mantener el moto a punto.

A la hora de conducir, se aconseja arrancar el motor sin pisar el acelerador y usar la primera marcha sólo para el inicio del movimiento. En ralentí, el coche consume entre 0,5 y 0,7 litros/hora. De ahí que se recomiende apagar el motor durante las paradas superiores a un minuto.

En cuanto a los cambios de marcha, se aconseja hacerlos entre las 2.000 y 2.500 revoluciones para motor de gasolina o entre 1.500 y 2.000 para motor de gasóleo. En el proceso de aceleración, es conveniente cambiar de forma rápida hacia las marchas más largas. En deceleración, hay que hacer los cambios lo más tarde posible.

Como norma general, hay que moderar la velocidad, mantenerla uniforme y evitar frenazos o acelerones innecesarios. El consumo de carburante aumenta en función de la velocidad elevada al cuadrado, por ejemplo, un aumento de velocidad de 90 a 120 km/h implica un incremento del 40% en el consumo.