Los incendios forestales no sólo afectan a la masa forestal, sino que provocan la degradación de los montes (erosión del suelo) y rompen el equilibro de los ecosistemas, debido a la pérdida del hábitat de numerosas especies de fauna salvaje.

Las llamas, y la posterior escasez de alimentos y de zonas de refugio, inciden negativamente en la supervivencia de muchas especies, algunas de las cuales se encuentran en peligro de extinción.

También la sociedad se ve afectada por los factores ambientales derivados del fuego y por la pérdida de renta, puesto que los recursos naturales como la madera, la caza, las setas o el corcho desaparecen con la consiguiente merma económica para la población asentada en estos territorios.

Y lo más importante, los siniestros forestales originan todos los años pérdidas de vidas humanas tanto entre los componentes de los servicios de extinción como en la población civil.

En 2012, el fuego provocó el fallecimiento de 10 personas en toda España (dos civiles en Andalucía, en el incendio de Coín, en Málaga).

En hombre es el causante del 95% de los incendios y el responsable de restaurar las áreas afectadas, con el objetivo de frenar los procesos de erosión y favorecer la recuperación de los ecosistemas degradados. El coste de los planes de restauración en terrenos de titularidad pública recae directamente sobre las administraciones.