Los incendios forestales tienen repercusiones importantes sobre la economía rural, ya que suele haber pérdidas significativas en aprovechamientos forestales y cinegéticos, en explotaciones agropecuarias y en cultivos. Los fuegos suponen la principal amenaza al patrimonio natural y al tejido socioeconómico de las poblaciones, que sufren durante años las consecuencias de este tipo de siniestros.

El tiempo necesario para que una zona de monte afectada por un incendio vuelva a proporcionar beneficios forestales dependerá del tipo de producto o fruto en cuestión. Por ejemplo, son fácilmente recuperables en un espacio relativamente corto el pasto, la flor para apicultura y las setas. A veces puede producirse una mejora de la cantidad y calidad de estas producciones tras el incendio, casos del pasto y el romero.

Son recuperables en un plazo medio el corcho -si el alcornoque no está muy afectado por las llamas- y la madera procedente de especies de turno corto de crecimiento, como el eucalipto.

Las pérdidas de difícil o incluso imposible recuperación son las especies de turno largo de desarrollo, como el corcho o las piñas. En el caso del alcornoque, el menoscabo de ejemplares puede alcanzar el 60% en incendios de media intensidad y de un 90% en aquellos de intensidad alta, con la consiguiente caída en la producción de corcho.

La gestión forestal en materia de restauración de zonas afectadas por incendios forestales abarca la reposición integral de hábitats y la restitución de los ecosistemas. En este apartado, el tiempo necesario de respuesta para el restablecimiento de las condiciones ambientales previas al fuego oscila en función de las especies plantadas, el grado de afección de los árboles y suelo, las características de la zona en cuestión y la climatología. Atendiendo a estos factores, los cálculos de crecimiento de la vegetación son los siguientes:

La restauración integral del hábitat de especies silvestres y cinegéticas pretende que éstas reconquisten los territorios castigados por los incendios forestales. Con ello se consigue la presencia de nuevo de biodiversidad, a la vez que se mejora la calidad de vida y la economía de las poblaciones vinculadas a estos territorios, merced a la reactivación de actividades como la caza.

Pero los proyectos de restauración de hábitat no sólo procuran crear las condiciones idóneas para el regreso de las especies que huyeron del fuego, sino que contemplan medidas para aquellos animales que permanecieron en el territorio o que volvieron días después de la extinción del incendio.

Majanos para el refugio de los conejos.

Una de esas acciones es la construcción de cercados de alimentación en los que se deposita un aporte complementario de comida hasta la llegada de las lluvias, que garanticen la regeneración de hierba para los ungulados. También se hacen majanos que sirven de refugio para los conejos, principal alimento de especies como el águila imperial.

El fuego destruye en mayor o menor medida los ecosistemas, y afecta directamente a la vegetación, la fauna y el suelo. Tras un incendio trascurre un periodo más o menos amplio, dependiendo de la intensidad y magnitud del mismo, antes de que el ecosistema alcance su estructura primitiva.