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Pieza cerámica hallada en el yacimiento.
El Consejo de Gobierno ha acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la tipología de Zona Arqueológica, el yacimiento de Montemolín en Marchena (Sevilla). Este asentamiento, con una amplia secuencia cultural que se remonta a la Edad del Bronce, es clave para la comprensión de la evolución demográfica en época protohistórica y la romanización en las campiñas del Suroeste peninsular.
La zona arqueológica, ubicada en un entorno de gran interés paisajístico, ocupa una superficie de 58,4 hectáreas y comprende dos asentamientos en cerros contiguos, Montemolín y Vico, además de las tierras llanas circundantes. El conjunto, valioso ejemplo de hábitat del periodo tartésico-turdetano, alberga vestigios que reflejan un desarrollo ininterrumpido durante todo el primer milenio a.C. hasta su inserción en la órbita romana. Esta relevancia histórica se explica por las características de su emplazamiento sobre la vega del río Corbones, que permite controlar zonas de gran riqueza agroganadera e importantes vías de comunicación.
El primero de los dos núcleos del yacimiento, Montemolín, fue ocupado durante seis siglos entre el periodo conocido como Bronce Final Precolonial (siglo IX a.C.) y la victoria romana tras las guerras púnicas (siglo III a.C.).
A finales del siglo VII a.C., la integración de grupos de origen oriental en la población autóctona dio lugar a un auge económico y cultural que hizo de Montemolín el centro de una región agrícola densamente poblada. En el propio yacimiento se observa la adopción de formas claramente urbanas, con áreas de carácter público en torno a una acrópolis.
Entre los restos de este enclave destacan los de cuatro edificaciones superpuestas, una de ellas un santuario para la celebración de reuniones comunitarias y rituales. De este edificio de época tartésica (siglos VII y VI a.C.) proceden numerosas piezas cerámicas de gran calidad. Llama también la atención la abundancia de monedas, reflejo del papel que el asentamiento jugó en la Segunda Guerra Púnica (siglo III a.C.) como posible sede de un campamento cartaginés y de una ceca itinerante.
El fin de la actividad bélica y la victoria de Roma conllevaron la desaparición del asentamiento en Montemolín, mientras que el de Vico continuó hasta comienzos del siglo I d.C. y llegó a ser uno de los principales asentamientos indígenas de la campiña sevillana durante la época romana republicana. A partir del siglo III a.C., este enclave también destacó como nudo de comunicaciones entre los territorios de Carmo (Carmona), Astigi (Écija) y Urso (Osuna). Tras la colonización de las campiñas del Guadalquivir por César Augusto, la vida del antiguo poblado tartésico-turdetano continuó bajo la forma de aglomeración rural.