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Metro de Granada

La contaminación de un medio de transporte no sólo se mide por la emisión de gases de efecto invernadero, también se toman como referencia otros contaminantes, como las partículas en suspensión, el ozono o los óxidos de azufre, que igualmente tienen efectos directos. Teniendo en cuenta eso, el transporte público contamina menos que el vehículo privado, con unos niveles de emisión de gases menos nocivos para la salud. Por ello, junto con la movilidad no motorizada, es la alternativa más ecológica para los desplazamientos.

El uso masivo del vehículo privado colapsa las ciudades. El transporte público es la alternativa idónea para mejorar la movilidad urbana y evitar en gran medida las retenciones y atascos. Se ahorra espacio, ganando áreas públicas para el esparcimiento y disfrute ciudadano. Una gran proporción de la superficie de la ciudad se destina a viario, no solo para la circulación rodada, sino también para aparcamientos. El espacio necesario para desplazar un mismo número de usuarios se reduce considerablemente con el uso del transporte público.

El transporte público permite llegar al destino sin complicaciones ni estrés (pinchar en imagen para ver ampliación).

En una ciudad con un buen transporte público y baja utilización del vehículo privado, la pérdida de horas en la movilidad por atascos se elimina o reduce sensiblemente, lo que tiene un efecto económico directo. Además, el uso del automóvil conlleva la búsqueda de aparcamiento en zonas saturadas, lo que contrarresta con el transporte público, con el que se llega al destino sin complicaciones y sin estrés, por lo que se ahorra también tiempo.

Usar el transporte público resulta en realidad más barato que el vehículo privado. Si cada usuario calculase los gastos reales del automóvil, su mantenimiento, seguro, aparcamiento y combustible, podría comprobar que usar el transporte público ahorra costes.

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