La fuente energética de Metro de Málaga es la electricidad, la más limpia de las empleadas en el transporte. Su bajo consumo lo convierte en un modo de transporte respetuoso con el medio ambiente, no emite gases y su contaminación directa es muy baja: se estima que el transporte público despide 150 veces menos CO2 por persona y kilómetro que el transporte privado. Además, la tecnología de los trenes les permite reutilizar en la red la energía desprendida del frenado, lo que redunda en la eficiencia energética.