Localización de las pesquerías andaluzas

La localización de las pesquerías andaluzas es un elemento determinante para el análisis de la situación de la actividad. La cuestión adquiere aún mayor relevancia ante el hecho de que dos terceras partes de la producción pesquera regional proviene de caladeros exteriores a nuestras aguas jurisdicionales. El continuo crecimiento de la demanda mundial y la posición de los países ribereños (refrendada en las conferencias internacionales) de imponer derechos de propiedad sobre los recursos pesqueros, convierten a los acuerdos pesqueros con países terceros (firmados en el marco de la política de recursos de la U.E.) en el principal condicionante para el desarrollo futuro del sector pesquero andaluz.

Los acuerdos de pesca con terceros países se establecen sobre la base de cinco principios fundamentales: de reciprocidad, acceso a excedentes, concesiones comerciales, contrapartidas financieras y acuerdos mixtos. Los realizados con países en vías de desarrollo son, fundamentalmente, acuerdos con contrapartidas financieras de las que la Unión Europea puede fijar unas cantidades determinadas destinadas a objetivos de la Comunidad en materia de pesca, fundamentalmente investigación y formación.

La flota pesquera andaluza desarrolla básicamente su actividad en cuatro zonas/áreas de pesca que califican y diferencian las pesquerías ejercidas: litoral andaluz, costa portuguesa, costa marroquí, banco canario sahariano y las llamadas pesquerías lejanas en aguas del continente africano, tanto del Centro y Sur del Atlántico, como en el Índico.

a) La pesca en aguas del litoral andaluz

En el litoral de Andalucía existen múltiples y ricos caladeros que además gozan de una gran capacidad de regeneración de las especies. Sin embargo, en la actualidad, sus stocks pesqueros se hallan por debajo de sus máximos sostenibles, debido a la sobreexplotación continuada a lo largo de los últimos años: más de dos mil barcos de pesca andaluces (el 80% de la flota), ejercen su actividad en nuestras aguas.

Muchos y variados son los factores que contribuyen a su deterioro. El complejo proceso de comercialización, de carácter oligopolístico, favorece la venta de especies que no tienen ni la calidad ni el tamaño requerido. Los pescadores de la flota del litoral salen cada día a la mar para obtener un salario que depende del valor de venta de las capturas. Como consecuencia de actividades agrarias, industriales o turísticas, que compiten con la pesca en el uso de los recursos del litoral, se han deteriorado caladeros enteros.

No menos importante, como causa de estas situaciones, son el ejercicio ilegal de la actividad pesquera y el incumplimiento de las normas de utilización de artes de arrastre y de deriva, de las épocas de veda, de las zonas de cría y engorde, y sobre todo, la pesca de inmaduros.

Aún así, la mejora del control y la racionalización de la explotación de los caladeros de nuestra costa, permitiría obtener la continuidad en el empleo de los pescadores profesionales y una mayor rentabilidad para el conjunto de las empresas pesqueras. Tres razones avalan esta afirmación: los bajos costes de explotación derivados de la proximidad de las áreas de pesca a los puertos de desembarco, la experiencia y conocimiento de los caladeros de la costa andaluza por parte de las tripulaciones, y una rica producción que tiene un mercado con demanda insatisfecha, basado tanto en los hábitos de consumo de la población andaluza, como en las potencialidades estacionales que provoca la existencia de un sector turístico consolidado.

No obstante, disminuir el esfuerzo pesquero requiere un conocimiento profundo del estado de los caladeros y no existen estudios completos de la situación general y la potencialidad pesquera de la costa andaluza.

No se puede olvidar en este apartado, la pesca de la almadraba, una actividad secular en Andalucía, sobre todo en la provincia de Cádiz, cuya tradición hunde sus raíces en la época de los romanos, encontrándose todavía en nuestras costas vestigios de ciudades donde se conservan intactas las pilas de salado del atún rojo. Las capturas indiscriminadas de atún en el Mediterráneo con artes de volantas por las flotas de Corea, Italia, Japón, etc. están poniendo en peligro la continuidad de la industria almadrabera, que genera en Andalucía más de 500 puestos de trabajo.

b) La pesca andaluza en aguas de Marruecos

El acuerdo con Marruecos es el más relevante para Andalucía de los firmados por la U.E. con terceros países, debido al volumen de la flota andaluza que faena en sus aguas, y a la cercanía con nuestras costas.

Los caladeros situados en las costas del antiguo Sahara Español son pobres en marisco y sardinales, pero muy ricos en cefalópodos. A falta de una investigación rigurosa sobre sus posibilidades reales, todo parece indicar que la producción obtenida resulta escasa para el número de embarcaciones que concurren en la zona; sin embargo, con una flota más especializada y mejor dotada tecnológicamente, puede llegar a ser un caladero imprescindible para la flota andaluza.

En los caladeros situados a lo largo de la costa correspondiente al Reino de Marruecos, la actividad pesquera está explícitamente detallada en los sucesivos acuerdos de pesca concertados entre la U.E. y Marruecos. Son unos caladeros relativamente abundantes en marisco y cefalópodos, y por ello, rentables para el sector pesquero andaluz, tanto por el volumen de las capturas, como por el valor que adquieren las mismas en primera venta.

La entrada en vigor el pasado 1 de diciembre de 1995 del Tercer Acuerdo de Pesca entre la U.E. y el Reino de Marruecos, no pone fin a la incertidumbre de los pescadores andaluces que tradicionalmente frecuentan las aguas de aquel país.

La delegación comunitaria ha llegado en un esfuerzo digno de encomio a reducir considerablemente las pretensiones planteadas inicialmente por Rabat. No obstante, los pescadores andaluces se han hecho de nuevo a la mar preocupados no sólo por los excedentes de flota que se producirán durante los próximos cuatro años (que se acumulan a los de los cuatro años anteriores) sino, sobre todo, por la incertidumbre que existe en torno al futuro de la actividad de la flota andaluza en aquellas aguas.

El pasado mes de diciembre de 1995 faenaban en caladeros marroquíes 222 buques andaluces que desplazaban 16.094 TRB y generaban directamente 2.451 puestos de trabajo. Esto representa el 17% de la capacidad extractiva de Andalucía y el mismo porcentaje de los puestos de trabajo. En relación con la flota española presente en el caladero marroquí, los buques andaluces representan el 48% del total, desplazan el 31% del TRB y proporcionan el 33% del empleo directo.

Cuadro 24. Utilización del caladero marroquí en diciembre de 1995.

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Fuente: Elaboración propia a partir de datos proporcionados por la D.G. de Pesca. 1996.
En términos de producción la dependencia de Andalucía de caladeros marroquíes también es muy significativa. Las ventas de pescado fresco en las lonjas andaluzas en 1993 (que puede considerarse un año medio) alcanzaron un valor de 33.000 millones de pesetas, de los que 16.794 millones (más de la mitad) correspondieron a la producción procedente del caladero marroquí. Si utilizamos como referencia el valor del total de la producción andaluza de fresco y congelado (50.000 millones de pesetas) la pesca procedente de Marruecos representa el 32%.

Estos datos son conocidos intuitivamente por los ciudadanos que viven en las localidades del litoral andaluz, explican las razones de la gran movilización social que ha acompañado las negociaciones del último Acuerdo, ponen de manifiesto nuestra situación de dependencia y revelan las importantes repercusiones que sobre la producción y el empleo regional tienen éste y los futuros Acuerdos que se establezcan.

Andalucía es consciente de que no es posible cerrar los ojos a la evidencia del cambio cualitativo que se está produciendo en las relaciones pesqueras de la U.E. con terceros países, y en particular, con el Reino de Marruecos. El contencioso que se plantea sobre la soberanía de los recursos de la plataforma continental es rotundamente favorable a los países ribereños, y el acceso al mercado europeo pierde fuerza como arma de negociación en virtud de los intercambios comerciales y los sistemas preferenciales establecidos por la Unión. El proceso, por tanto, parece irreversible, y se asume con naturalidad que, junto a los intereses pesqueros, estén también en juego otros intereses.

El norte de África atraviesa una profunda crisis económica y social que está generando un deterioro político de imprevisibles consecuencias en la zona, y una presión migratoria hacia Europa difícil de soportar. Marruecos, que participa de esta grave situación, mantiene una ofensiva global para lograr una mayor integración de su economía en el gran mercado europeo, pretende establecer un cuadro de relaciones comerciales que contemple al final del proceso una zona de libre cambio y utiliza las negociaciones de los Acuerdos para acelerar este proceso.

El marco de relaciones instaurado por el Gobierno Español con el Tratado de Pesca suscrito en el año 1983 (similar al adoptado por la U.E.), ha tratado de salvaguardar los intereses recíprocos y establecer una cooperación mutua de carácter duradero en condiciones de igualdad. En los considerandos preliminares del Tratado de Pesca de 1992, se afirma expresamente que el “Acuerdo constituye un elemento precursor de un nuevo marco de cooperación socio económico, político, social y cultural entre Marruecos y la Comunidad Europea, y que se cierra bajo la perspectiva de la realización progresiva de una zona de libre cambio entre las partes contratantes”. No es por lo tanto de extrañar que el nuevo Convenio haya sido concebido también como un Acuerdo de Cooperación en materia de Pesca integrado en el marco mas amplio de la cooperación con los países africanos de la cuenca mediterránea y, en particular, del Magreb. Ya en el primer considerando se manifiesta “la ambición que tienen ambas partes en establecer una cooperación real en el marco del proyecto euromediterráneo que tenga en cuenta el importante papel de Marruecos en la región”.

En las tablas que siguen, se ponen de manifiesto la utilización media del caladero marroquí por la flota andaluza en diciembre de 1995 y estimación en 1999. (Cuadro 25)

El Acuerdo en vigor desde el pasado 1 de diciembre establece una progresiva reducción de las posibilidades de pesca que afecta básicamente a las modalidades de arrastre norte, palangre, cerco norte y cefalópodos. En términos generales, se prevé la pérdida de 55 embarcaciones de la flota andaluza y 607 puestos de trabajo. La aplicación del nuevo Acuerdo provocará en el horizonte de 1999 la reducción desglosada en el cuadro 25 de las posibilidades de pesca por modalidades (Las estimaciones se han calculado suponiendo que se mantienen las mismas proporciones de la flota por Comunidades Autónomas que en el Acuerdo de 1992.)

Si desagregamos estos datos por puerto vemos que:

Las nuevas limitaciones en la modalidad de arrastre afectarán especialmente los puertos de Almería, Málaga, Punta Umbría y Huelva; los cuatro acumulan prácticamente la mitad de la flota andaluza en caladero marroquí (desplazan el 48% del tonelaje y proporcionan el 43% de los puestos de trabajo).
Las limitaciones en la modalidad de palangre incidirán especialmente sobre el puerto de Algeciras, que desplaza a Marruecos el 30% de su flota.
Las limitaciones en la modalidad de cefalópodos afectarán especialmente la localidad del Puerto de Santa María, que concentra el 53% de la flota de cefalópodos.
Las limitaciones en la modalidad de cerco se concentrarán en un único municipio, Barbate, que representa el 100% de la flota de cerco norte.

En el plazo de 10 años, la actividad pesquera andaluza en Marruecos habrá quedado reducida a la mitad y se habrá perdido más del 60% del empleo; pocos sectores económicos habrán realizado un ajuste semejante en tan corto periodo de tiempo, en un contexto difícil para el crecimiento económico y el empleo.

Desde la óptica del sector pesquero andaluz, tres son los principales “desacuerdos” que han provocado los últimos Acuerdos:

Cuadro 25. Utilización del caladero marroquí en diciembre de 1995 y estimación en 1999.

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* En relación a la modalidad de cerco norte el Acuerdo de 1992 establecía que el tonelaje máximo permitido para el periodo 1992 1995 en esta modalidad era de 2.100 TRB; el Acuerdo de 1995 rebaja el TRB máximo permitido a 1.300. En el ánimo del Acuerdo está la disminución de esta modalidad en el caladero marroquí, independientemente de la utilización media real del caladero que después se haya realizado por parte de los barcos que faenan en esta modalidad.

El encarecimiento de las contraprestaciones tanto para los armadores como para el presupuesto comunitario y las indefiniciones de acuerdos en cuanto al ejercicio de la actividad.
La consideración de las pesquerías como de fresco “puro”, lo que no se corresponde con la realidad, dado que la flota que faena en esas aguas utiliza un sistema mixto refrigerado que es el único con el que puede mantener sus rendimientos económicos.
Los derechos históricos de la flota de cerco barbateña siguen sin reconocerse.

En cualquier caso, el futuro Tratado del año 1999 será muy diferente de los hasta ahora conocidos, y Andalucía habrá de estar preparada para afrontarlo. La cuestión clave es, ¿estamos realmente ante el último Acuerdo de Pesca entre la U.E. y Marruecos? Este es al menos el mensaje que se viene lanzando desde Bruselas. Ante este planteamiento, es preciso insistir en que la pérdida que para Andalucía supone el decaimiento de la flota que tradicionalmente faenaba en el caladero de Marruecos, no es imputable a nuestra región. Parece justo, por lo tanto, que no sea Andalucía la única perjudicada y que la U.E., en el marco de los Principios de Cohesión y Solidaridad, aporte la contribución financiera, técnica e institucional necesaria para recomponer la deteriorada situación del sector pesquero andaluz.

Andalucía quiere poner de manifiesto ante las Autoridades Comunitarias la necesidad de su apoyo decidido, la urgencia de acometer un conjunto de actuaciones que palíen a corto y medio plazo las adversas consecuencias que sobre la producción y el empleo andaluces resultan de la aplicación de los Acuerdos. Pero Andalucía es consciente de que no ha de limitarse a exigir “compensaciones económicas” a la U.E. Es urgente impulsar la puesta en marcha de alternativas económica y socialmente viables a corto y medio plazo.

Gráfico 19. Evolución del número de barcos.

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Gráfico 20. Evolución del T.R.B..

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Gráfico 21. Evolución del número de tripulantes.

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Fuente: Elaboración propia a partir de datos facilitados por la D.G. de Pesca, 1996.

Es hora de trabajar a largo plazo con la hipótesis de que el acceso al caladero marroquí se termina, por el desarrollo de las pesquerías alaüitas y el encarecimiento de las condiciones de pesca.

c) Las pesquerías andaluzas en la costa portuguesa

Las aguas portuguesas situadas entre Vila Real de Sto. Antonio y Cabo Sines han sido caladero secular de la actividad pesquera andaluza y, sobre todo, onubense. En efecto, hasta hace quince años, unas cincuenta embarcaciones de la flota de altura y más de trescientas de litoral, con cerca de tres mil tripulantes, faenaban en este banco pesquero, muy rico en marisco y, concretamente, en cigala, que era el objetivo central de la explotación.

El primer acuerdo de pesca con Portugal data de 1969, y fue firmado con una duración de veinte años, para el ejercicio de la pesca entre las 6 y las 12 millas, preservando el derecho consuetudinario en el establecimiento de los criterios reguladores de la actividad entre los pescadores en las zonas náuticas fronterizas de ambos países.

A finales de 1982, Portugal denunció el Acuerdo citado y provocó el amarre de la flota. Las negociaciones no dieron fruto hasta principios de 1987, cinco años después, y ya con los dos países en el marco de la legislación comunitaria. Las condiciones han sido draconianas para el sector pesquero andaluz: la consideración de la cigala como especie sedentaria, y el sometimiento al Acuerdo de Juntas Fronterizas del Plan de Pesca que permita el ejercicio de la actividad para la flota artesanal de ambos países. Acuerdo que, en la actualidad, es muy escasamente utilizado por la flota artesanal onubense.

En la práctica, la consecuencia más patente ha sido el desguace y la reconversión de la flota arrastrera de Ayamonte e Isla Cristina en palangreros que, en la actualidad y en escaso número, faenan en aguas portuguesas dedicándose al llamado 'pescado de cuero' (marrajo, pez espada...).

Éste es uno de los casos paradigmáticos que demuestran la ausencia de correspondencia entre las condiciones técnicas pactadas en un acuerdo y la realidad de la flota afectada, y que ha tenido como resultado una reestructuración muy importante (durante cinco años larvada y explícitamente después) que ha condicionado de manera determinante la situación económica de Ayamonte e Isla Cristina.

d) Las pesquerías andaluzas en otros bancos pesqueros

Son los propios de las flotas dedicadas a las grandes pesquerías, es decir, la flota de gran altura. En esta flota la dedicación fundamental es el marisco congelado (de la flota de ANAMAR, Huelva, posiblemente la flota marisquera congeladora más importante del mundo, con las ventajas e inconvenientes que ello plantea) y la merluza negra (en el caso de ARCOMAR, Cádiz).

Los bancos pesqueros en los que faenan la flota de gran altura andaluza, son los situados a lo largo de la costa del Continente Africano. Especialmente importantes son los caladeros de Mauritania, Senegal y Angola, si bien se mantienen acuerdos, además, con Gambia, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Guinea Ecuatorial, Costa de Marfil, Sto. Tomé y Príncipe, Cabo Verde, Gabón, Sierra Leona, Seychelles, Madagascar, Mozambique, Islas Comares y Mauricio, países donde el esfuerzo pesquero ejercido es muy heterogéneo y disperso. Los Acuerdos suelen firmarse por un período de dos o tres años, y en base a una contraprestación financiera por parte de la Unión Europea y del país firmante. Estas contraprestaciones varían en función del número de barcos a los que se les concede la licencia para pescar y del tonelaje y la potencia de los mismos, es decir, en función de la capacidad de pesca. De esta manera, se han firmado Acuerdos, por ejemplo, con Angola por un periodo de 3 años y una financiación de 40.050.000 Ecus, con la República Islámica de Mauritania por una contraprestación financiera que asciende a 266.800.000 Ecus para los cinco años del acuerdo, y otro por 2.175.000 Ecus con la República Democrática de Santo Tomé y Príncipe.

Cada día son más difíciles las negociaciones para establecer Acuerdos con los países africanos. Estos han visto en sus recursos pesqueros una gran fuente de ingresos y, muchas veces, piden contraprestaciones canones, apoyo económico, imposiciones de tripulaciones autóctonas, ... tan elevadas que hacen escasamente rentable el caladero para la flota andaluza. Históricamente, los Acuerdos de pesca con estos países presentan una peculiaridad digna de mención que tiene su explicación en los propios orígenes de la flota congeladora de marisco. Esta flota, a diferencia de las demás, surge únicamente de la iniciativa privada y han sido precisamente las empresas las que, en numerosas ocasiones, han arrastrado al Gobierno a formalizar o 'legalizar' los Acuerdos que ellas ya habían suscrito con diversos países africanos.

Por último, hemos de señalar que no sólo es la flota de gran altura la que faena en caladeros distintos a los señalados en apartados anteriores. Las flotas de litoral del Sureste andaluz lo han hecho durante decenios hacia Levante, a lo largo de la costa bañada por el Mediterráneo, en aguas internacionales. También es conocido que patrones de pesca de la flota del litoral almeriense se desplazan al mar de Alborán para pescar la 'gamba roja', especie abundante en esas zonas y de alta cotización en el mercado.

Otros Enlaces

1. Significación económica de la actividad pesquera en Andalucía
1.1. Contribución de la pesca a la producción y al empleo
1.2. Significación económica de la actividad en la provincias del litoral andalúz
1.3. Conclusiones
2. Estructura productiva de las pesquerías andaluzas y sus actividades conexas
2.1. Volumen, composición y características de la flota
2.3. Mercados pesqueros y procesos de comercialización
2.4. Actividades conexas y acuicultura
3. Análisis estratégico de los estrangulamientos
4. Preocupaciones e intereses centrales del sector pesquero andalúz

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