San Bruno. Monasterio de la Cartuja de la Encarnación. Granada
Información general
La información sobre esta intervención está extraída de los informes de ejecución
Datos históricos
Esta imagen de San Bruno fue realizada por José de Mora para la sala capitular de la Cartuja de Granada, desde donde se trasladó a la sacristía, lugar en el que se ubica actualmente.
La escultura está tallada en madera de pino, aunque también se utilizaron telas encoladas en los bordes y en las trabas del escapulario, en la orilla superior de la capucha, en el borde inferior del hábito y en las mangas de la camisa interior. También se emplearon cristal en los ojos, hueso en los dientes y pelo natural en las pestañas. El santo se encuentra de pie sobre una roca de corcho con añadidos originales de pequeñas piedras naturales y fragmentos de madera para conseguir un mayor realismo. En la parte trasera de la cabeza tiene clavada una pletina metálica original, que seguramente sujetaba una aureola o nimbo que ya no existe. Todo el conjunto se apoya en una peana de madera dorada con motivos decorativos vegetales de fecha posterior.
La policromía, al óleo, posiblemente es de José de Mora, que acostumbraba a pintar sus obras; las carnaciones son de un tono pálido, marfileño. Los estudios científicos previos han puesto de manifiesto la presencia de un dorado subyacente bajo algunas partes del hábito, que responden a una intención inicial del autor de dar una mayor riqueza a la imagen.
Estado previo
Las contracciones y dilataciones de la madera habían producido pequeñas grietas y la separación de algunas juntas de piezas con el consiguiente desprendimiento de las capas de preparación y pictórica de la zona circundante. Las grietas eran especialmente peligrosas en ambos lados de la mascarilla de la cara y en la parte inferior izquierda del escapulario.
En las telas encoladas se advertía un fuerte craquelado, deformaciones originadas por manipulaciones indebidas, falta de rigidez y pérdidas de policromía, sobre todo en las trabas del escapulario. Para disimular estos desperfectos se habían realizado repintes.
Además la escultura presentaba otros deterioros de menor importancia: agujeros de clavos en la parte inferior, gotas de cera y acumulación de suciedad en las zonas más sobresalientes.
Descripción de la intervención
Tras el estudio analítico de muestras y radiografías, se acometieron las labores de limpieza de forma gradual y selectiva, mediante la combinación de medios mecánicos y químicos. Este proceso consistió en una media limpieza, de la que resulta una capa ligeramente oscura, delgada y vibrante que se aprecia a corta distancia. Se eliminaron los repintes, se fijó y asentó la policromía y se consolidaron la madera y las telas encoladas. A la vez se realizó un tratamiento de desinsectación preventiva a base de permetrina. Se sellaron las grietas y juntas abiertas y se repusieron las faltas de madera. Al no ser la peana dorada original y para conseguir un aspecto más neutral, se optó por no reponer las decoraciones vegetales que faltaban y por suprimir las que aún se conservaban.
Las lagunas se estucaron y las pérdidas de policromía se reintegraron con finísimas líneas verticales de acuarela, retocando con pigmentos al barniz. Posteriormente se aplicó una capa de protección únicamente en los retoques, en el basamento de corcho y en la peana dorada. El hecho de que se encontrara el acabado original en perfecto estado de conservación, y que, por otra parte, se trate de una pieza museística fueron las razones para que no se aplicara en toda la superficie de la imagen. Por último la escultura se fijó a la peana dorada con dos tornillos inoxidables, aprovechando los agujeros antiguos en el basamento.