Fosa común del cortijo El Marrufo, Jerez de la Frontera (Cádiz)

Marrufo

La finca conocida como El Marrufo, ubicada en las confluencias de las provincias de Cádiz y Málaga, y dentro del Parque Natural de los Alcornocales, fue en su momento destacamento republicano, pero a comienzos de noviembre de 1936 fue tomada por tropas de Falange, Guardia Civil y demás voluntarios de las milicias al mando de la Guardia Civil, siendo cedida durante la guerra a las fuerzas franquistas para que fuera utilizada como cuartel.
 
El momento más álgido de la represión en aquella zona de Cádiz se produjo con el ataque de la aldea de La Sauceda, muy próxima al cortijo y donde se habían escondido muchos republicanos, tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, que huían de la campiña de Jerez y parte de la Sierra de Cádiz, en su intento de llegar a la provincia de Málaga (el cortijo era el paso natural hacia esta provincia).
 
Al cortijo El Marrufo llegaron camiones con mujeres y niños, y hombres a pie, procedentes de La Sauceda. Las mujeres y los niños fueron encerrados en la capilla de la finca y los hombres en un barracón-almacén cercano. Algunas mujeres recuerdan aún cómo cortaron a rape el pelo a muchas de ellas y cómo, durante las noches y madrugadas, algunas eran sacadas de la capilla para ser violadas o fusiladas.
 
Cerca de la capilla, tras unas naves que hoy se conservan, existe una pequeña pendiente, presidida por una cruz de hierro en tiempos pasados, donde se encuentra la fosa en la que las mujeres fueron enterradas.
 
En torno al cortijo existen varias zonas de enterramiento donde se cree que están sepultados un número importante de hombres y mujeres fusilados.
 
En la finca El Marrufo, por tanto, se encuentra una de las fosas más numerosas de la provincia de Cádiz, donde algunos vecinos del lugar cifran en varios cientos el número de muertos.

Tres intensos bombardeos sobre la aldea de La Sauceda bastaron para que la población civil huyera despavorida en un intento desesperado de llegar a la provincia de Málaga. Se trataba del último lugar de resistencia republicana de la provincia de Cádiz. “Me acuerdo cuando de La Sauceda llegaban los camiones de cosas robadas. Los matones se lo repartían todo. Traían burros, caballos, muebles, todo robado”. Un testimonio oral extraído de un estudio del historiador Carlos Perales narra la huida de los vecinos desde esta aldea, arrasada por falangistas, hacia pueblos limítrofes. Apenas con lo puesto.
 
En noviembre de 1936, tras la toma de La Sauceda, las familias huyeron con algunos enseres para salvar lo poco que les quedaba. Algunos octogenarios recuerdan la cantidad de ganado “requisado a los rojos”, además de “camiones cargados de muebles y ganado de todas clases: máquinas de coser, mesas, sillas, cochinos, ovejas, cabras…”
 
Las autoridades franquistas trasladarían hasta el cercano cortijo de El Marrufo en camiones a niños y mujeres, procedentes de La Sauceda. Como si de un campo de clasificación se tratase, a su llegada eran separados por hombres y mujeres en dos zonas diferenciadas. Las mujeres serían llevadas a las capillas y peladas al rape. La zona de almacén serviría de encarcelamiento para jornaleros y campesinos.

Durante la madrugada, en El Marrufo se organizaban sacas de presos para los fusilamientos. Muchas mujeres eran violadas antes de su asesinato. Cerca de la capilla, tras unas naves que hoy se conservan, existe una pequeña pendiente donde en tiempos pasados se encontraba una cruz de hierro. Era la zona donde se ubicaba la antigua fosa de mujeres.
 
Fernando Sigler, doctor en Historia, destaca que “este cortijo fue ocupado a comienzos de noviembre de 1936 por cuatro columnas sublevadas en una acción combinada”. Previamente, La Sauceda y El Marrufo se habían convertido en el último lugar de resistencia republicana en la provincia gaditana, como refugio de familias residentes en esta aldea y de otras muchas procedentes de pueblos cercanos como Jimena, Cortes, Algar, Alcalá de los Gazules, San José del Valle o Ubrique.
 
Tras bombardear La Sauceda, este cortijo se convirtió en un lugar de acuartelamiento al mando del jefe de la Guardia Civil de Ubrique, José Robles, que hizo de esta finca un centro de detención, tortura y fusilamiento.
 
Uno de aquellos niños de la aldea recuerda cómo podían divisar a lo lejos el humo de las últimas quemadas. “Desde El Marrufo, me acuerdo yo que era un chiquillo, se veían humeando las casas y los hombres allí sueltos dentro del cortijo, pero con la guardia vigilando”.

Los testimonios orales de víctimas y las investigaciones de archivos indican que en este lugar pudieron ser fusiladas sin formación de causa entre 300 y 600 personas desde noviembre de 1936 a finales de febrero de 1937. Se vivieron entre aquellos muros muchas escenas de terror, como fue el caso de una mujer de 40 años que enloqueció tras el asesinato de su hijo de 14 años y su marido. Perales narra en su estudio que “esta mujer, al ver que le habían matado a su hijo y al marido, se puso disparatada, metiendo voces en el cortijo, llamándolos criminales y amenazándoles con la llegada de los ‘nuestros’, decía. Se volvió como loca. El teniente ordenó que la montaran en una bestia y que se la llevaran por ahí para fusilarla. Se la llevaron en un mulo montada. La fusilaron y la tiraron en un zarzal”.
 
Probablemente en la finca de El Marrufo se encuentre una de las fosas más grandes de la provincia de Cádiz. Algunos vecinos recuerdan que en la zona de la actual venta de Galis se encontraría la fosa donde fueron enterrados un importante número de hombres. Aquel lugar es conocido por los lugareños como “la majá (la majada) de los muertos”.

Fuentes y Bibliografía

  • GUTIÉRREZ MOLINA, Jose Luis. La Justicia del Terror. Los Consejos de Guerra Sumarísimos de Urgencia de 1937 en Cádiz. Editorial Mayi, 2014.
  • ROMÁN, Jesús. Memoria de los trabajos de indagación, localización, delimitación, exhumación y estudio antropológico desarrollados en El Marrufo.
  • ROMERO ROMERO, Fernando. Represión y muerte en la provincia de Cádiz. Del olvido a la recuperación de la Memoria Histórica. En: MORENO TELLO, Santiago y RODRÍGUEZ MORENO, José J. (coords.). Marginados, disidentes y olvidados en la historia. Universidad de Cádiz, 2009, pp. 285-327.
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