Fosa de las Mujeres de Grazalema (Cádiz)

Tras el golpe militar de julio de 1936, Grazalema, uno de los pueblos más importantes de la sierra de Cádiz, asistirá a un terrible episodio de violencia desencadenado por los golpistas. Las autoridades falangistas detuvieron a 15 mujeres en el verano de 1936. Les raparon el pelo y las pasearon por el pueblo durante dos días para escarnio público. Buscaron así un escarmiento y un castigo ejemplar. Después, las trasladaron a un monte donde fueron cruelmente asesinadas.
 
En agosto de 2008, 72 años después de los hechos, el Ayuntamiento de Grazalema y la Diputación de Cádiz llevaron a cabo la exhumación y se localizaron finalmente 15 mujeres –tres de ellas embarazadas–, de entre 14 y 61 años, y un niño. Los restos de estas 16 personas se trasladaron al cementerio de Grazalema, donde se ha levantado recientemente un mausoleo de hormigón blanco con las figuras a tamaño real de las víctimas y una frase que dice: “Que mi nombre no se borre de la Historia”.

Fosa

Quince mujeres y un niño, conocido en el pueblo como El Bizarrito, fueron arrojados a una fosa común del pueblo de Grazalema (Cádiz) tras su asesinato en el verano del 36. Aquella Fosa de las Mujeres fue ocultada por el pánico que la dictadura sembró en este municipio gaditano con apenas dos mil habitantes. ¿Cuál fue el delito de Salud, Catalina, Isabel, Jerónima, Lolita y el resto de sus compañeras? Ocultar el paradero de sus maridos que, ante la terrible amenaza falangista que se cernía sobre ellos, huyeron hasta Málaga a zona republicana.
 
Tras el golpe militar de julio de 1936, Grazalema, uno de los pueblos más importantes de la sierra de Cádiz, asistirá a un terrible episodio de violencia desencadenado por los golpistas. Las autoridades falangistas detuvieron a 15 mujeres. Les raparon el pelo y las pasearon por el pueblo durante dos días para escarnio público. La mayoria tenían entre 20 y 30 años.

Aquel episodio hoy pervive en la memoria de muchos como una leyenda que parece irreal. Los falangistas montaron a las llamadas 15 rosas en un camión, que se detuvo en una curva de la carretera que va hacia Ronda (Málaga). Las hicieron bajar. El Bizarrito, el niño de apenas catorce años, fue obligado a cavar un agujero en la tierra, sin saber que estaba excavando su propia tumba. Los fascistas las mataron con saña. Arrojaron sus quince cadáveres con desprecio a la intemperie, aun sabiendo que tres de ellas estaban embarazadas.
 
Antonio Mateos, alcalde socialista de la localidad entre 1978 y 2004, fue desentrañando poco a poco la verdad de aquel episodio oculto entre los vecinos del pueblo. Una subvención de 15.000 euros, concedida con el apoyo de Carlos Perales, representante de la Diputación de Cádiz, permitió que un equipo de arqueólogos, criminólogos y antropólogos exhumaran la fosa. Era la primera donde se lograba efectuar una exhumación por iniciativa exclusiva de las administraciones.

Setenta y nueve años después de los hechos, los restos de estas 16 personas se trasladaron al cementerio de Grazalema, donde se encuentra un mausoleo de hormigón blanco con las figuras a tamaño real de las víctimas y una frase que dice: “Que mi nombre no se borre de la Historia”. Eran Salud Alberto Barea, Catalina Alcaraz Godoy, Isabel Atienza Gómez, Jerónima Barea Rincón, María Josefa Barea Rincón, Teresa Castro Ramírez, Ana Fernández Ramírez, Cristina Franco Domínguez, Josefa de Jesús Gómez Pérez, Lolita Gómez, María Josefa Nogales Castro, Teresa Menacho, Antonia Pérez Vega, María Isabel Román Montes, Natividad Vílchez y El Bizarrito.
 
La investigación científica posterior revelaría que ninguna de ellas murió por el tiro de gracia. Todo indica que fueron asesinadas con la mayor crueldad. Horas antes de todo aquello las pasearon desnudas por el pueblo, dándole purgantes para avergonzarlas. Hoy, el mirador turístico al pie del acantilado de Grazalema guarda aquel pavoroso secreto.

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